martes, enero 31, 2006

VARIACIONES EN CLAVE DE HUMOR SOBRE UN TEMA MUY SERIO Vicente Gallego Con su empeño frecuente en racionarlo en ponerlo difícil y a la vez exhibir su esplendor con la misma constancia, las mujeres han hecho de su cuerpo ese hermoso misterio que seduce a los hombres y tortura sus mentes durante todo el día. Dondequiera que voy me persigue ese asunto: cuando estoy trabajando, al cenar con amigos, en la puerta de un cine, y en momentos incluso, mucho menos propicios, siempre pasa una rubia con la falda muy corta, o quizá una morena con las piernas muy largas, y los hombres entonces descomponen el gesto. Los he visto gritar como energúmenos, blasfemar, santiguarse, refugiarse en el whisky, e incluso hacer pucheros lo mismo que los niños cuando se les niega algo. Aunque algunos hipócritas aseguren que es frívolo, el tema que preocupa es la mujer, su cuerpo, ni siquiera el amor: su cuerpo, cualquier conversación repara en él, de qué modo alcanzarlo, la forma en que se goza, la ansiedad que produce en la mirada, los triunfos, las mentiras, los fracasos. El cuerpo femenino es un misterio, un prodigio, un regalo, una dura adicción, y la mujer se empeña de que sea, con su empeño en racionarlo, un problema también de trascendencia. No conozco impotencia más amarga que la de no poder poseerlas a todas, ni alegría que pueda compararse a aquella que produce conseguir los favores de una sola.

domingo, enero 29, 2006

de vuelta a los dias contados

hoy he vuelto al trabajo, quiero decir. El viernes me quitaron el vendaje y me dijeron ahora tienes que moverlo todo lo que puedas y toma esta pelota de espuma para que ejercites el dedo y no vayas a hacerte daño de nuevo y haz vida normal y yo no pude evitar una media sonrisa cuando me dijeron eso de haz una vida normal porque nadie hace una vida normal, pero al menos ahora puedo escribir, puedo hacerlo sin dolor y eso es una buena noticia e incluso me atreví a entrenar el mismo viernes por la tarde con el equipo y fue agradable 'pegarme' con los chicos otra vez, con Álvaro y con Fuentes y la verdad es que estos últimos días estaba un poco agobiado a cuenta del dedo y del dolor intermitente y hasta puede que un poco irritable pero a cambio me he puesto al día en unas cuantas películas y unos cuantos libros que tenía pendientes y hoy he vuelto por el periódico y María Jesús me ha dicho eh, quién eeeeeeeesssss essseeeee chicoooooo.....y Mar y Ana se han mostrado muy interesadas en mi estado de salud y luego otra vez María Jesús ha dicho parece que estás más delgado y yo le he dicho es la falta de ejercicio de estos días, que me hace adelgazar siempre, la falta de ejercicio, y esas cosas luego he ido al partido y otra vez igual Pechu y Fradejas y Coria y todos los demás ¿ya estás recuperado? y eso te pasa por meter el dedo donde no te mandan y cosas por el estilo el caso es que quizá por el exceso de tiempo libre también me he gastado bastante dinero en caprichitos, un par de camisetas y una sudadera y unos pantalones y cosas que no necesito mucho pero que quería comprar y también he añadido a mi corta baraja de opciones culinarias la tortilla española y no me he olvidado de Vicente Gallego

martes, enero 24, 2006

tocando el cielo con la punta de los dedos

"...pero sé que si me das un poco de tu cariño

lo demás no va a importar"

jueves, enero 19, 2006

tengo un nuevo libro entre manos, un libro que encontré por casualidad. estoy de baja a cuenta de la fractura, así que procuro llenar las siete, ocho o nueve horas de trabajo que no debo cumplir con algunas de las cosas que más me gusta hacer: leer, escuchar música, ver películas. decía que tengo un nuevo libro entre manos. se llama 'La plata de los días', de Vicente Gallego. La historia del encuentro es simple: estoy pasando la tarde en la estupenda biblioteca municipal, en la hemeroteca. Ya me estudiado toda la prensa del día y he devuelto, antes, dos libros-cómic y un libro de Eloy Tizón. Estoy saliendo de allí, a casi ya las nueve, cerca de la hora de cierre, cuando veo de reojo uno de los suplementos dominicales. lo abro, repaso muy rápido las columnas, apresurado por la hora y el hecho de que ese dominical, tres días después de su publicación, ya es historia. una de esas columnas está escrita por Juan Cueto. En ella describe el que para él es el saludable estado de salud de la poesía española contemporánea. Es un artículo esperanzador, bello. Cueto, en el último párrafo, pone especial énfasis en uno poeta que es amigo suyo, poco conocido, un tal Vicente Gallego, 40 años, "vergonzosa y repentinamente famoso hace poco, cuando algún periodista descubrió que el ganador del Premio de Poesía Fundación Loewe se ganaba la vida trabajando en un basurero". El caso es que sentí unos de esos impulsos irrefrenables de buscar de qué iba aquello, si era una mera 'boutade' del articulista o algo digno de merecer atenciones y lectura. Siempre me intrigan esos nombres que de repente se te cruzan por delante. No habría podido regresar a casa sin saciar mi curiosidad. Y estaba en el lugar idóneo para adivinarlo, por supuesto, así que, temiendo que se me echara encima la hora de cierre, me adentré en la sala de poesía y busque por la signatura: " P Gal"...y allí estaban, dos volúmenes editados por Visor, uno titulado 'La luz, de otra manera' y éste que ahora estrecho. Por suerte, la bibliotecaria aún disponía del ordenador para consentir y atestiguar el préstamo. Creo que hasta sonrió. Yo también lo hice, claro.Un poco. Es muy bueno. En otro post colgaré algo de lo que he ido encontrando en él (compartir es amar, decían antes).

martes, enero 17, 2006

me he fracturado el dedo índice de la mano derecha, con lo cual mi actualización del blog en los próximos 15 días va a ser mínima, me temo en fin...

jueves, enero 12, 2006

BCN

Es extraño trabajar en el Camp Nou. Estás allí arriba, colgado en una de esas cabinas que no tienen cristalera delante, atrincherado detrás del ordenador portátil, rodeado de compañeros de ojos rasgados en tu misma situación, ateridos por ese frío de monumento altísimo. No soy 'culé', ni mucho menos, pero es uno de esos campos que has visto tantas veces en televisión, que una vez allí es difícil hacerse a la idea de que realmente estás en él. Y el caso es que yo ya había vivido aquello, hace unos tres, quizá cuatro años, con Ángel. No en un partido, sino en uno de esos recorridos guiados para turistas. Pero no había visto un partido, ya sabes, pancartas, arcadas repletas de gente, mira a Laporta, qué gritan esos. Antes de llegar a la cabina, como entré con el equipo, llegué a la sala de prensa principal, las tripas del estadio. Esa sala que es como un minicine. Miras hacia abajo y todo lo que ves son unos puntitos de diferentes colores, que corretean de un lado para otro. Estuvo bien, escribí muy rápido y envié la crónica desde el propio estadio. Allí te ponen las cosas fáciles y yo en realidad solo necesitaba una línea telefónica para ser feliz. Al final del partido, sobre las 12 de la noche, con el estadio vacío, me bajé al césped. Mirar esas 98.000 localidades vacías impresiona. Porque ellas te miran también a tí, a través de esa neblina de los fondos que no se distingue de las cenizas de una hoguera descomunal. Hacía frío, mucho frío. Me sentí mínimo, inapreciable, insignificante. Lo era, claro. Mucho peor ha sido la madrugada para coger el avión al día siguiente, esa madrugada que nos ha privado a Luis -'mi' fotógrafo- de salir por Barcelona, tal y como Irene me recomendó. Será para otra vez. Barcelona me gusta tanto. En mitad del vuelo nos anunciaron que no podíamos aterrizar en Valladolid por la niebla, así que fuimos a Barajas, de ahí nos trasladamos a Pucela en un autobús fletado por Iberia, y allí, en el aeropuerto más tristón del mundo, nos comimos un bocata antes de regresar y encarar otro día de trabajo, esta vez mucho menos atípico. Ah, eso sí, me hice con la postal que le prometí a Astrid, paseé por tres aeropuertos mi prisa lenta, sonreí al pasar por el Mercado de la Flores como me pidió Irene, hablé con dos chicas de tv3 sobre todo y sobre nada, comí 'pan tumaca', me acordé de Javier y al instante hablé con él y al final sí, al final disfruté, disfruté mucho.

viernes, enero 06, 2006

X+Y=.G

en estos días soy más Lisa Simpson que Bart en estos días(des)conta2 y lentos y prescindibles y fríos y dañinos y casi sórdidos, en estos días es cuando apareces, como una caricia a medias o como una farola solitaria bajo la lluvia o como un viento que sopla y te abraza y luego te abandona y te olvida y te vuelve a abrazar en estos días primero es Mike Wachowsky y su ojo saltón y después las velas en el primer cajón de la mesilla, aquellas velas de perfume ahora amargo que olvidaste o no, entonces, agotado, pruebo a dormir y entonces las costuras de las sábanas que aún respiran tu cuerpo y entonces la almohada que se ahoga y entonces la luz en el techo que baila, entonces tus ojos de almendra, sí, pequeños, pero de almendra, entonces Billie Holliday, entonces tu risa para adentro, entonces me levanto y hago café y entonces llorar y desangrarse, entonces ventanas abiertas y labios cerrados, entonces secarme las lágrimas con las mangas de la camisa y llorar la noche y llorar la tristeza, que sube por las paredes y lo pinta todo de negro, la tristeza que se hace pomo de puerta, marco, taza, cucharilla, ruido de tuberías, ruido, ruido, ruido después lo intento con el agua: me ducho por tercera procurando no mirar todos los botes y todas las cremas que se hospedan allí, que también te apuntan, aviesamente entonces la toalla que apenas alcanza a secar, la necesaria relectura de cartas que no enviaste, la imprescindible y hueca sonrisa al mirar al espejo, las ojeras excesivas, la búsqueda de dos, tres, no más, razones luego ya está, me deseo lo mejor y lo vuelvo a intentar con Cortázar, lo vuelvo a intentar con queremos tanto a Glenda

lunes, enero 02, 2006

con todos ustedes, 'el orgullo del Garden' (contra todo pronóstico)

domingo, enero 01, 2006

Ella, de repente, se puso muy seria, como si acabara de recordar algo triste.
-¿No crees que, en general, la gente habla demasiado?
- Todo mundo cree que tiene algo interesante que decir. Él conducía, llevaba conduciendo toda la noche y parte del día y no había reparado en si ella se había despertado.
- Una vez estuve con un chico que no soprtaba los silencios. Cada vez que uno de los dos se quedaba callado decía lo primero que le pasaba por la cabeza y al final todo se volvía estúpido y banal y superfluo y aburrido y daban ganas de bajarse de su coche y empezar a gritar y a correr hasta volver a casa o a algún lugar peor.
Al sol aún le faltaba mucho para comenzar a ponerse rojo. Cada uno volvió a pensar en sus cosas.