miércoles, junio 20, 2007


Wilco 'Yankee Hotel Foxtrot' (2002)
Lo más importante es
no perder nunca la fe


Jesus, etc. es la sintonía de un nuevo anuncio de telefonía móvil. Es irónico, porque si a los componentes de Wilco se lo hubieran dicho cuando, en 2002, tuvieron que recurrir a la distribución por internet porque ninguna discográfica quería arriesgar por 'Yankee Hotel Foxtrot', se habrían partido de risa. Lo cierto es que a Jeff Tweddy y su banda la jugada les salió redonda. La distribución de su música por la red y el 'boca a boca' les hizo llenar estadios y ganar mucho dinero sin plegarse a los criterios de la industria. Después los despachos se abrieron de par en par. Ya fueron ellos los que eligieron padrino. Y vendieron, de un tirón, medio millón de copias.
Moralinas aparte, que en la historia de Wilco hay varias, 'Yankee Hotel Foxtrot' es instrumentalmente perfecto. Atemporal, calibrado como una impecable maquinaria de precisión de infinitos arreglos y recovecos, lo primero que uno siente cuando escucha este álbum es que tiene muchas, muchas horas de trabajo detrás. Como el arte cuando es mayúsculo, sin embargo, es de apariencia simple, liviana. Nada de barroquismos, nada de excesos, de pompa, de afectación. A Tweedy le basta con insinuar un sinuoso recorrido vital en sus letras y arroparlo con dos sinceras guitarras y una batería para que el truco funcione. Menos es más.
No muchos grupos se atreverían a lucir un single como I'm trying to break your Heart, una descarada y sinvergüenza declaración de principios. Kamera y Heavy Metal Drummer puede que sean dos de los mayores hits de la escena de los últimos años, pero nunca sonarán como tal en ninguna emisora de radio. 'Yankee Hotel Foxtrot' es un ejemplo de que la fe y el talento, valga el tópico, mueven montañas.

viernes, junio 15, 2007




se trataba de ir, montar y escribir un reportaje sobre el mundo de los karts, y me lo tomé al pie de la letra. ¿el titular? "Un día en las carreras", claro. No, no me rompí nada.

miércoles, junio 06, 2007

de repente, lo dice Manolo y es cierto, de repente, la música y el buen tiempo, y los festivales, el FIB, Summercase, Azkena Rock, Primavera Sound, Contempopranea, Festimad, Monegros, música al aire libre por todas partes, y los amigos que te pasan un disco de Rufus Wainwright y te dicen tienes que oirlo, y por ejemplo un e-mail con un enlace a dos o tres grupos que se acaban de abrir un hueco en myspace pasé por Madrid esta semana, estuve un par de días, en Montera hay una tienda (Killer´s Discos, tb. en internet en www.discokillers.com) en la que pillé el Siamese Dream en cd por 9 euros. lo tenía malgrabado en cinta casette, y parece mentira pero lo estoy volviendo a revivir como si fuera nuevo, me lo pongo en el coche a todo volumen camino del trabajo, como si el mundo se fuera a terminar antes de llegar al destino. estoy negociando con el periódico ir un par de días a Benicásim, quizá el jueves (Iggy & The Stooges, Los Planetas) y el viernes (Antony &The Jhonsons, Dinosaur Jr., Wilco...), a ver qué tal.

lunes, junio 04, 2007

nos buscamos a tientas, como si Miles Davis en A Kind Of Blue pero no tanto, como dos bocas que nunca se debieron separar y cuando nos encontramos, cielos, parques, lagos, días, nubes. ella dice tienes que ver esto, esto es las noches electrónicas de la Casa de las Conchas, subimos un escalón, subimos dos, unas 200 personas bailan en el patio que preside un DJ con una camiseta del Che y uno de esos sombreros modernísimos, con imágenes de luz estreboscópica detrás, también una barra que vomita cervezas, otra, otras dos, que sean grandes, risa, confusión, un bongo roto que rebota en las ilustres paredes de la casa, casi todo el mundo con cara de haber tomado algo que es más que una cerveza, aunque sea grande, entonces ella que me da la mano y yo que la miro y ella que mira arriba, donde asomada hay gente, pero menos, mirándonos, yo que asiento, lo siguiente es ella guiándome entre la multitud hacia las escaleras que llevan a la parte de arriba, ella como deberías verla, yo que no quiero llegar, que querría suspender ese momento en el que ella me da la mano y yo sigo su larga cabellera negra entre el resto de la gente y todo parece simple

sábado, junio 02, 2007

En la más reciente, insistente tendencia publicitaria, se confunden, intencionadamente, salud y belleza. Las clínicas de estética visten de blanco inmaculado a sus trabajadores, su apariencia trata de imitar a la de los hospitales, las salas de implantes mimetizan a quirófanos. La Medicina, como ciencia y remedio, sigue gozando en España de un extremo reconocimiento. Auspiciada por el sacrosanto Estado, la Medicina es un ente generador de prestigio social, una fructífera fuente de legitimidad. Los papás siguen queriendo que sus hijos sean, o abogados, o, sobre todo, médicos. Así que quieren que pensemos que los guapos, además de guapos, vivirán más y mejor, y que los feos, bueno, los feos mejor que hagan algo porque se van a morir pronto y están condenados a una dolorosa extinción. Esto es porque tengo una amiga que, con un problema de exceso de kilos, prefiere hacerse una liposucción que la obligará a superar una anestesia total, y que se reducirá el estomago, en vez de comer un poco mejor y hacer un poco de ejercicio físico. Pasar de su endocrino y apostar todo a los dados para parecerse un poco menos a sí misma y un poco más a Kate Moss. Todo ello, por supuesto, dejándose un riñón de su sueldo para pagar la operación. Pues eso, qué raro es todo.