sábado, julio 19, 2008

después de las tinieblas, de los sueños interrumpidos, esos sueños que se cuelan por las rendijas y luego escalan, o reptan, esos sueños diferentes que disgustan al sueño y fulminan y mienten, después de esos sueños digo, y después de las tinieblas, bochornosas, vergonzantes, primero el calor de su mano que acaricia la espalda, una mano que es una deliciosa araña que escala, una mano que después es nube distraída y coqueta, pero que una vez ha llegado arriba, lo festeja con un baile que yo siento cosquillas. Luego ya sé lo que viene, a pesar de todo, y todo es seguir dormitando; una boca que se abre, una lengua que se asoma y recrea una palabra de mimo, y tras ello un despertar lentísimo y probable, un dar la vuelta sobre mí mismo para después casi verme en sus ojos, dormido, echándola de menos porque de repente sé lo que vendrá, la cama estrecha, demasiadas rendijas en la persiana, su ausencia, mis ganas de volver a las tinieblas del calor y el bochorno para quién sabe si allí