martes, junio 23, 2009

CR7 y los espejos deformes

Buscas a Roma en Roma, oh peregrino, dice Quevedo. Decía, fuera de cuentas. Quizá Cristiano Ronaldo, o su publicitado fichaje, son la síntesis o el anticipo de lo mucho que vendrá después. No sólo enloquecen de alegría en Madrid los vendedores de laca, tatuajes, piercings, copas, casas, coches, trajes, manicuras y pedicuras, cortes de pelo y en general vendedores de todo. Lo hacen , lo harán, toda la marabunta de espejos deformantes en los que se va a reencarnar la nueva estrella del marketing total.
De lo que quería hablar era de la imitación como inevitable modo de entendernos, de explicarnos, y ya me he dejado llevar por la fácil piñata que es ese tipo que cobra tanto por, dicen algunos, hacer tan poco. Cristiano, o CR7, o cualquiera de las muchas reencarnaciones que le atribuirán, provocará una sísmica ola de mimetismo en niños, aficionados adultos, cantantes y camareros, aspirantes a estrella y hasta propios compañeros de profesión. En esa pirámide inevitable él ostentará la cúspide, y será atractivo comprobar hasta dónde llegará su legión de criaturas amarradas al canon encontrado. Si Cristiano, como dicen, es el Beckham de hace unos años pasado por el filtro latino, además, comprobaremos cada vez que se vista de corto o de largo si todos somos ya un poco Cristiano, pero no lo sabíamos, o él ya era nosotros, sin conocerlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"La niñas ya no quieren ser princesas y a los niños les da por perseguir..."