miércoles, febrero 28, 2007

Ayer me invitaron a un pase para la prensa de 'Teresa. El cuerpo de Cristo', en los Van Dyck, por la mañana. Asistí. Después de la película, rueda de prensa con Ray Loriga, director. Después de la rueda, charlé con él un rato, mientras se fumaba un pitillo. Él estaba nervioso, tímido y rojo de verguenza. A Loriga lo había visto dos veces en Madrid, una vez en Malasaña y otra en Clamores, siempre acompañado, él, y con una copa en la mano, los dos en este caso. Cuando le encontré en Clamores era la primera vez que lo veía en mi vida, salvo por las fotos. Estaba allí con Paula, pero Paula no tenía ni idea de quién era aquél tío. Esta mañana parecía acorralado allí, tan a la luz del día y tan expuesto. Cuando terminó el cigarro, volvió al ambigú, donde le esperaba un grupo informe de niñas bien, tios malencarados, gruppies y adolescentes perpetuos, todos ellos con 'Héroes' bajo el brazo. Quizá debí decirle que es el último delantero de mi once futbolístico-literario, la referencia ofensiva y todo eso. Que los demás cuentan con él, que no importa que lleve un tiempo sin marcar, que es cuestión de rachas...'Teresa...' me gustó. Deshechada finalmente la entrevista, escribí la crítica para el periódico.

martes, febrero 27, 2007

“Rezas para que esta sea tu vida sin ti. Rezas para que las niñas quieran a esta mujer que se llama como tú y para que tu marido acabe por quererla. Para que vivan en la casa de al lado y las niñas usen el remolque para jugar a las muñecas y apenas recuerden a su madre que dormía de día y las llevaba de viaje en canoa. Rezas para que tengan momentos de felicidad tan intensos que cualquier pena parezca pequeña a su lado. Rezas a no sabes qué ni a quién, pero rezas, y no sientes nostalgia por la vida que no tendrás, porque para entonces habrás muerto, y los muertos no sienten nada. Ni siquiera nostalgia”. Sarah Polley (Mi vida sin mi).

jueves, febrero 22, 2007

Brett Anderson - 'Love Is Dead'

por un momento me lo llegué a creer

sábado, febrero 17, 2007

ella, en la cama, se pinta las uñas de los pies. se pone esos pequeños algodones entre los dedos. él, en camisa de manga corta y con las manos en los bolsillos, porque es verano pero la noche es fría, sale al balcón para ver las estrellas mientras se acaricia la cabeza, rapada. se acaban de acostar. ella piensa en cómo se conocieron, hace dos días, en la biblioteca de la facultad de Derecho, por medio de una amiga que sin verguenza le preguntó a él cómo te llamas, qué estudias, y de ahí a vamos a tomar algo al bar y luego la amiga que se retira y deja vía libre. piensa en todo eso y luego en su novio, que es atleta y está corriendo en el Campeonato de España de Atletismo al ire libre, en Málaga. Su novio que corre los 1.500 metros en 3.50.03, pero que es incapaz de acordarse de su aniversario o de hacerle sentir la mujer más importante del mundo, lo que viene a ser lo mismo. hace dos días, todo era simple, ella tenía claro que el chico de la biblioteca le gustaba. cuando quedaron, por la noche, ya sabía que se lo iba a llevar a casa esa misma noche. así que cuando quedaron, a las 11.00 horas en el Country, allí nos vemos, no tardes, ¿vale?, y él estaba apoyado en la barra, charlando con un amigo delante de una cerveza, se tocó el pelo así y se acercó por detrás, y dijo ¿oye, tienes algo de nieve?, esperaba que él no necesitara girarse y verla para saber quien era. pero no fue así, él se mostró azorado y casi avergonzado y cuando quiso reponerse, yo no paso de eso, y sonreir, ella ya estaba en otro lado. luego él lo intentó pero no hizo falta mucho, la confusión habitual en el bar, los Strokes y todo eso, varias cervezas más, sobre todo, y ya estaban los dos encima de la cama, sin retirar ni siquiera la colcha. en lo último que ella se fija antes de apagar la luz es la boca de él, una boca carnosa, apetitosa, devorable. pero ahora es después, cuando se ha pasado la euforia y él ha salido a ver las estrellas, ahora que sabe que va a suspender todas las asignaturas de septiembre, que son cinco, ahora que no siente no haber cenado porque tiene hambre pero no importa, ahora que, mirando al cielo, de espaldas a la cama, piensa en esos concursos de la televisión donde tienes que pulsar unos monitores con las respuestas correctas para que después una voz diga cuántos aciertos, y luego quita ésta o pon la otra y otra vez la voz y hay errores que pasan a ser aciertos y al revés, pero no sabes cuáles, todo ello en un minuto. él que piensa, mientras mira Siro y esa de ahí es Vega, en un blog que vio por la mañana en el que un tío escribía sobre el amor después del amor, él que, de espaldas a ella para que no le vea, ahoga una sonrisa que por una décima de segundo se le escapa

miércoles, febrero 07, 2007

"Ah, recuérdame, yo acostumbraba a vivir para la música,
recuérdame, yo te metía la compra en casa.
Es el día del padre y todo el mundo está herido.
primero tomamos Manhattan,
luego tomamos Berlín."
¿Es I´m your man el mejor disco de Leonard Cohen? Pues no, casi con seguridad no lo es. Pero es un album demasiado especial como para pasarlo por alto. Y tiene ese, ya sabes, ese...eso. Oficio. Actitud. Pose. Grabado en 1988, cuando Cohen lucía la respetable edad de 54 años, y 21 después de su debut, Songs of Leonard Cohen, el caballero andante tiene poca reinvención posible. A esas alturas no hay saltos mortales y él lo asume, pero aún guarda algunos trucos en los bolsillos de la americana con los que amarrar de nuevo unas caderas. Todo por la causa, porque el de Montreal no inventó el juego de la seducción, pero que lo perfeccionó. Es el que te quitaba las novias, dice siempre alguien mayor que tú. Cohen está de vuelta y en la portada exhibe un platano a modo de florero, se merienda su ofrenda, mano en el bolsillo, gafas de sol, sin mover una ceja. I´m your man suena a crepúsculo y a vejez, a nostalgia y a vuelta de tuerca, pero también a unas cuantas e irónicas verdades. Coño, suena a cartas de amor guardadas en una caja de galletas, a estaciones de tren, a promesas a destiempo y a cómo debe ser la madurez, qué se yo.
Como decía Hitchcock, las películas deben empezar en la cumbre y a partir de entonces, ir sólo hacia arriba. Él abre fuego con First we take Manhattan, y después ahí están Everybody knows y Take this Waltz y la propia I´m your man.
El caso es que si ella te deja, o si la dejas tú a ella, o si ella te dice que no, o si ella nunca te dijo que sí, o sí ella nunca te dirá que sí, o si ella te deja de decir que si, o si ocure todo lo contrario, pero lo que está claro es que es de noche, y tienes frío, y estás solo, al menos tienes este disco. Eso es mucho.

sábado, febrero 03, 2007

es la multitud de tí, la fuga de tus horas, tus mil imágenes en vuelo como un bando de pájaros negros y salvajes lo que no sólo se resiste a abandonar, sino que preside la noche aunque sea la del viernes y vayamos a cenar a un brasileño en el que nos pasamos con la caipirinha, porque antes de eso ya estás en la charla de ciclismo, por la mañana, antes de eso ya estás en la comida en el hotel, antes en el partido de baloncesto y este es uno de los días buenos, deberías verme en los otros. y digo viernes y digo estamos tomando algo, mi amigo y yo, y él dice sabes qué, lo de Yoko Ono, se sigue riendo de todo el mundo, ahora ese título de su disco, qué hija de... y luego qué pasa, a ver, me lo vas a decir o no, yo sé que pasa algo porque cuando desapareces siempre es por una tía y entonces le hablo de tí, o de lo que yo siento por tí, pero no se parece del todo, en todo caso es un cuchillo sin filo, es un dibujo en el aire que te hace escasa justicia, que te recrea a girones pero es algo y lo que importa en ese momento es que él no me va a juzgar, él me escucha y yo le escucho y luego pienso que eres mi escondite favorito pero él con la de tías que hay en Salamanca y yo ya ves pero los dos nos equivocamos, demasiadas cervezas no, las justas, luego se mezclan Lorena, Sergio y Omar, que están en los bares, con los que intercambio unas risas de esas cómplices y no necesitamos hablar, después tú otra vez que no apareces ya cerca de las cuatro o las cinco, cuando cerramos el primer bar pero nadie nos va a condecorar por echar de menos a nadie y luego ya es tarde, ya somos un pastel de cumpleaños invitado a un huracán, como en la canción, luego en el coche, ya a solas, casi de día, después de que el cielo se ponga de ese azul, busco, Leonard Cohen: "First we take Manhattan", y sigues sin aparecer, pero duele un poco menos