martes, octubre 30, 2007

Vuelve a casa, Al




Lo que no te perdonamos, Al, no es que nos recuerdes lo mal que lo estamos haciendo. Ni que nos digas que nuestros hijos no verán la luz del sol, al levantarse por las mañanas, porque el cielo será una nube de gris polución en poco tiempo. Ni que los polos se deshielan o que el número de especies animales se ha reducido de modo drástico en poco tiempo. Ni siquiera que el agua potable y las reservas de petróleo y energía tengan los días contados. Ni que hayas utilizado tu imagen pública y tus recursos para vocear a todo el planeta lo que los investigadores llevan años susurrándonos al oído. Hasta podemos perdonarte que hayas engatusado a esos impresionables del Nobel o el Príncipe de Asturias, empeñados en aplaudir tu rocambolesca tesis de la relación entre los desastres naturales que provoca el cambio climático y el brote de guerras. Aunque nos molesta mucho. Lo que de verdad no te perdonamos, Al, es que además de yanqui, seas rico. Y que en vez de vestir harapos, o tener un impronunciable nombre indio, o por lo menos ser negro, luzcas traje impecable y sonrisa perfecta. O que viajes en tu avión privado en lugar de cruzar el Atlántico a nado. A quién se le ocurre. Olvidaste que estás en Europa, la reserva moral del Mundo. Al, vuelve a casa. Cuanto antes.

miércoles, octubre 17, 2007

Héroes del Silencio no han vuelto

Es cierto, ya apenas quedan héroes. Pero no podemos volver a ser quienes fuimos. Ni siquiera hace tan sólo once años. Hemos cambiado. Ya somos otros. La gira que vuelve a unir a los Héroes del Silencio ha desembarcado en España y se me juntan en el cuerpo, luchando a muerte, el estupor y el escalofrío adolescente al que siempre me ha inducido la que posiblemente sea la mejor banda de rock española de todos los tiempos. Porque, no nos engañemos, 'Héroes' no han vuelto: sólo van a tocar juntos de nuevo. No tienen previsto ni volver a grabar ni mantener su reencuentro por más tiempo del estrictamente necesario para sacudir el bolsillo de sus irredentos seguidores, que son muchos y ya van teniendo una edad, y un trabajo, que les permitirá abonar entrada, camiseta, edición remasterizada de su discografía completa, la enésima, y dvd de la gira, todo de un tirón. Nunca fui muy amigo de las nostalgias, tan dignas en solitario y tan amenudo vergonzantes cuando son compartidas y plurales. Por eso se me atragantaron las reuniones de Sex Pistols, The Who, o de The Police, o la indecente reaparición de The Doors con Jim Morrison en los cielos. Cuando Enrique Bunbury empuñó el micrófono en Guatemala el pasado 15 de septiembre,al frente de su banda de siempre, en su regreso oficial tras once años de mutis, bombardeó todo lo que algún día fue. Su personalísimo legado. Lesionó una coherencia en la que siempre creímos los que sonreíamos aviesos cuando la gente le seguía pidiendo 'Sirena Varada' y él se empeñaba en defender su carrera en solitario. Si de algo puede sacar pecho el zaragozano es de habérsela jugado en casi cada uno de sus discos por cuenta propia. Recuperar las cintas en el pelo y las muñequeras que llevan diez años criando polvo en los armarios es echarle un pulso a la honestidad. Dice la sabiduría popular que uno no debe volver al lugar en el que fue feliz. Pero no se pronuncia sobre el caso contrario, cuando ese lugar viene en busca de uno hasta que lo derriba. Si algo hicieron bien los 'Héroes' fuemarcharse en la cima de su carrera. Dejarnos boquiabiertos y echar a correr. Basta de naftalina y amoniaco bajo la nariz. ¿Sabeis qué? Lo confieso. Intenté compras entradas para ir a verlos. Y ya estaban agotadas.

lunes, octubre 08, 2007



Los relojes se pararon en Lisboa. Querían ser de arena. Y nosotros. Tres días llenos de dulces, bacalao, café Delta, muito obrigado. También hubo fado, cómo no, y fue en al Tasca Do Chico, en el Barrio Alto, y azulejos en las fachadas de todas las casas y chirriantes tranvías. Estuvimos en Belem y recorrimos la Alfama, circulamos a más velocidad de la permitida por el Vasco de Gama y sus 16 kilómetros mientras sonaba en la radio del coche 'Absolute Beginners'. Regresamos, llenos de Lisboa, empapados de tristeza, casi muertos de amor.