viernes, abril 27, 2007

Piensa, busca, mira, encuentra, decide, elige, disfruta, repite, recuerda, ella te llama, estaba corriendo, a veces sale a correr, estaba corriendo bajo la lluvia, te llama y te dice pienso en tí y tú recuerdas que cada vez que sonríe se hace de día y no importan las canciones de NIN ni todo lo que le ha dicho su ex, separa, recoge, apunta, escoge, olvida, protege, mantente atento un poco más, ya casi lo has conseguido

martes, abril 24, 2007

he aprovechado la festividad del día para llevar a León al campus por la mañana, un campus inusualmente vacío, sólo algunos estudiantes del Colegio de Oviedo por allí, tirados en el césped, despistados, entre ellos unos que incluso plantaron en el césped una bandera de Castilla. a la segunda carrera, León ya estaba con la lengua, literalmente, fuera. hacía calor, nada de primavera, un calor de pleno verano. Laura no conocía a León más que por fotos, así que el encuentro ha sido memorable, sobre todo porque él estaba tan agotado que no ha dado ni una sola muestra de su reconocidísima amabilidad con los extraños. ella ha llegado a la conclusión de que le ha caído mal, lo que he tratado de evitar, sin resultados, creo. la tarde, breve, una tarde de horas lentas y rápidas a la vez y al fin y al cabo una de esas tardes en las que ya sabes lo que va a pasar, como cuando ves un partido de McEnroe y da igual los años que tenga, sabes que va a estrellar la raqueta contra el suelo

sábado, abril 21, 2007

Un hombre alegre es uno más en el coro de hombre alegres un hombre triste no se parece a ningún otro hombre triste

jueves, abril 19, 2007

Cambio Radi(k)al

El otro día ví la parte final del tan denostado y tan visto programa. Es de un bizarro flagrante, casi ofensivo, pero digo casi y no lo censuro, ni moralmente. En todo caso, me parece una muestra más, y nunca la causa, sino el efecto. La manifestación del posmodernismo más rampante. Hemos asimilado el mensaje hace años y el cuerpo, como la personalidad, es una voluble y maleable propiedad que se puede generar, en el más estricto sentido de la palabra, ante los demás. Construir, deconstruir, derruir y alterar. En cuanto que ciudadanos posmodernos, una de nuestras señas de identidad es la autoreflexividad, a veces hasta la patología. Pensamos, repensamos y volvemos a repensar en quienes somos, en adóne de vamos, pero sobre todo, pensamos en el cómo. La funcionalidad del cuerpo, asumida como lógica después de que la ciencia nos haya dotado de seguridad y resguardo ante la muerte, que ha pasado a ser algo ficticio, no es bastante. La publicidad, otro fenómeno vomitado por el omnipresente ente televisivo, lleva años recitando aquello de acabe con las imperfecciones, porque yo lo valgo o preguntándonos si nos gusta conducir. ‘Cambio radical’, importado de los EEUU se recrea en una desmedida exageración, pero expone con claridad el discurso de identidades y las estrategias de socialización de, primero, personajes tomados del día a día moliente y corriente, pero también mira a los ojos del espectador como pocos programas lo han hecho en bastante tiempo. Cuando el tuneado en cuestión sale de la ‘factoría’ de belleza, en el plató le esperan familiares y novios, que elogian el cambio sin pestañear, como bien exige el guión. Ellos son el aplauso sincero de los más próximos, más allá del resto de las admiraciones. Cambio radical tiene otra lectura. Es la que recuerda que, al menos en teoría, podemos ser quienes queramos ser. O, al menos, parecerlo. Que lo que estudiamos, a lo que nos dedicamos en la vida, dónde elegimos pasar nuestras vacaciones, si vamos al gimnasio o no, la música que escuchamos o la gente de la que nos rodeamos la elegimos nosotros. Su principal defecto, para los más hipócritas, es que engaña. No creo que lo haga. Puede ser obsceno, lo es, pero no lo hace no con los participantes, mayores de edad, ni con los que sintonizan desde su casa. Siempre y cuando no incumpla la Ley, me parece patético pero aceptable. Y el programa da en la diana en otro aspecto: la espectacularidad obligada del yo ante los demás. Sí, somos quienes creemos ser, pero también lo que piensan los demás que somos y también lo que pensamos que piensan los demás que somos. No me ha parecido menos emocionalmente pornográfico que Sorpresa Sorpresa, Gran Hermano o tantos otros engendros. Me gusta mucho menos, eso sí, que Antena 3 lo venda como una ayuda desinteresada a “esa pobre gente” que no puede ser feliz en la vida porque su nariz es grande o tiene pelo en los hombros y los dientes amarillos. Deberían, como en el resto de su programación, no mencionar todo el dinero que están ganando, pero tampoco vender motos y supuestas contribuciones sociales. Que somos posmodernos, si, y estamos tontos, pero que en el fondo no lo somos tanto.

sábado, abril 14, 2007

A veces estás tan solo que puedes oir la sangre corriéndote por las venas. Estás en tu habitación, estás en cubierta, pero sabes que la quilla se ha reventado y es cuestión de minutos que el agua te anegue los pulmones. El piano ya está flotando en el salón. Mueres aplastado por el peso de tu propio sueño. Aún acaricias el sueño de morir de un beso en la sien.

martes, abril 10, 2007


The Queen is Dead (1986)
The Smiths

Lecciones de imprudencia o la tristeza es un vicio
«Porque estábamos solos, por eso pegábamos todos aquellos carteles y comprábamos todos esos discos y esperábamos que nuestra habitación fuera bastante. Porque teníamos miedo y fuera hacía frío y hay que ponerse a cubierto, y por eso los Smiths, sobre todo los Smiths». ‘The Queen is Dead’, el penúltimo disco de la banda formada por Morrisey y Jonhny Marr es un imperfecto compendio de la pesadumbre, la euforia, el dolor, la desidia, el pudor, la rabia, la pose y la vulnerabilidad del adolescente de Manchester, sí, pero también del de Madrid, Melbourne, Chicago o Tokio. Es un pulso a toda la música que no dice nada porque no habla, en realidad, de nadie. Como toda obra universal, es legible en cualquier idioma, porque habla de la vida, sin medias tintas ni concesiones. La mezcla es infalible: actitud, literatura y canciones, en el más puro y estricto sentido del término. Grabado a pesar de que Morrisey y Marr ya casi ni se hablaban y con el bajista Andy Rourke en plena adicción a la heroína –en cuanto el disco estuvo terminado, fue despedido–, éste el testimonio de una voz lúcida que se erige por encima de su tiempo para susurrar que lo mejor, seguro, está por llegar. El encontronazo con el mundo adulto era inevitable y el primer sencillo, que da título al disco, fue censurado por el gobierno de Margaret Tatcher. Donde se podría sospechar un exceso de premeditación hay un trabajo rebosante de vida, sin más. ‘I know it´s over’, ‘The boy with the thorn in his side’ y ‘There is a light that never goes out’ son una memorable trilogía de desaliento, miedo, angustia. Pero el disco está equilibrado: ‘Franly, Mr. Shankly’ o ‘Bigmouth strikes again’ engrasan una maquinaria redonda e irrepetible.

lunes, abril 02, 2007

ilovethisgame


una de las cosas que no puedes hacer cuando juegas al baloncesto es estar triste. y no importa, que, como ayer, se trate de una pachanga. si estás, estás. si te pasan el balón y decides jugar, juegas. y tu cabeza sólo piensa ya en cosas que ocurren en el rectángulo de juego y cerca del aro. que yo recuerde, siempre he jugado al baloncesto. quizá crecí tanto porque soñaba con machacar el balón y convertirme en alguno de esos jugadores que veía por la tele en los programas de Ramón Trecet y después en tantos otros. ha jugado en tantas categorías que ya ni me acuerdo y siempre que me encuentro con algún ex compañero de vestuario, aunque hayan pasado años sin vernos, hay una complicidad especial. el baloncesto es la vida, a veces, como esta mañana, en la que he disfrutado tanto, en la que he estado tan cómodo jugando y viendo jugar. otra de las cosas que no puedes hacer cuando juegas al baloncesto es pensar demasiado. eso siempre te perjudica. tienes que actuar. así que sí, como lema, funcionaría, el baloncesto es la vida.