lunes, noviembre 20, 2006

Me voy. A Alemania. Hahn (involuntariamente, por sorpresa), Frankfurt, Würzburg, Nuremberg, Munich. Nos vemos dentro de poco. Como siempre, prometo fotos, crónica, avisos, sugerencias, recomendaciones y postales. (semecuiden)

lunes, noviembre 13, 2006

lookatthis (II)

después de echarte de menos anticiparte, como si formara parte de un plan, como si también fuera bastante y diéramos por bueno el rumor del aire, el estruendo de las manecillas en los relojes, la sabia ocurrencia de recitarte de memoria, anticiparte como por arte de magia en el tacto de los sillones del salón, en el recitado de Yeats, en las películas, en los discos de jazz que no escuchaste ni escucharás, confirmar que no estás en Bolaño, ni en Fadanelli gracias a Dios, aceptar resignado que fabricaste futuras nostalgias que ya nunca entenderé, pedacitos de memoria de los que tendré que abstenerme y que me excluyen, ritos propios que no me darán cobijo más que a mordiscos en todo caso, anticiparte en los inminentes trenes y en las avenidas y en las plazas, abarrotadas, y en los cafés de los lunes de madrugada, y pensar en nuestro pequeño pacto de encuentro y entonces mirarnos casi como dos desconocidos pero no tanto, reconocer el balanceo de tu cuello o el simple gesto de tocarte el pelo sin haberlo visto nunca antes, casi ya palparte con las yemas de los dedos y después, ya mucho más tarde, escuchar a escondidas tu respiración, todo en busca de tí, primero convencido de la necesidad de encontrate y después conviniendo que lo mejor es que te quedes conmigo, para siempre, hasta siempre, sólo cinco minutos más

viernes, noviembre 10, 2006

Mi primer regalo de cumpleaños, que es este sábado, me llegó el miércoles. Me lo envió Astrid desde Italia. Un recopilatorio de ¡47! videoclips de Bowie, desde el 'Oh, you Pretty Things!', de 1972, a varios del 2002, entre ellos el magnífico 'Thursday´s Child'. Una gozada, una delicia para mí, que rastreo y veo y escucho todo lo que tiene que ver con él, pero no me puedo permitir comprarlo. Qué bien cuando te llega uno de esos regalos que dan en el clavo, de esos que demuestran lo bien que te conoce la persona que to regala.

El sábado lo pasaré a medio camino entre Salamanca y Valladolid. Comeré con dos de mis primos, veré a mis abuelos y después disfrutaré del Grupo Capitol-DKV Joventut, antes de salir a tomar alguna copita.

jueves, noviembre 09, 2006

sólo para que conste en acta: estás avanzando por los pasillos y no encuentras nunca lo que buscas. Si estás buscando ‘radiología’ quizá acabes en ‘traumatología’ y si piensas que es fácil, mejor no preguntes, mejor no preguntes a nadie y que lo sigas intentando si estás en una sala de espera y ves pasar a un tío que se tiene que agachar para no golpearse con el dintel de las puerta, puede que me estés viendo sólo para que conste en acta, tengo cita a las 10 y son las 10 menos 10 y no doy con la planta de endocrinología. así que tengo mucha prisa. todos los hospitales me parecen iguales. gente perdida, con un montón de papeles en la mano, cara de desorientación, tipos en bata, médicos, supongo, camillas en mitad del pasillo, becarios bromeando o con cara de susto, una señora mayor que camina, muy despacio, acompañada de su hija, también mayor. y siempre llego tarde, en los hospitales siempre llego tarde si estás esperando para que te hagan un proteinograma y ves a un tío con pantalones vaqueros anchos y una camiseta de Bob Dylan, quizá estoy pasando a tu lado sólo para que conste en acta, al final doy justo a tiempo con la sala de consulta, me dirijo a una secretaria que le dice a una paciente, que se está levantando la camiseta a la altura del ombligo «no, a mí no me enseñe nada, ‘pordios’, que yo no soy médico». después me atiende, rebusco entre los papeles y doy con la citación si estás en la cafetería y tienes ganas de echar un cigarro y compruebas que allí no se puede fumar y a tu lado ves llegar a un tío con cara de sueño que se acoda en la barra y pide un café con leche largo de café mientras echa un vistazo a la portada del Marca, quizá por un momento compartimos espacio en la misma cafetería oigo mi nombre y después «despacho 8», el médico me atiende con una sonrisa, me da paso, me dice «siéntese» y después saca de una carpeta de color marrón, con cuidado, los resultados de los análisis de sangre, de los análisis de orina, del ecosonograma y de la biopsia y dice «hemos descartado que padezcas un tumor» sólo para que conste en acta, eso ya me lo había dicho hace quince días, con las mismas palabras y luego dice «hemos detectado una alteración, pero no en el tiroides, sino en el paratiroides, que es una glándula diminuta que se encuentra junto a la tiroides, justo detrás. la tiroides tiene forma de mariposa, ésta no. Además, y de forma casual, presentas una hipercalcificación» después, ya sé que ahora me va a decir que también sufro el ‘Síndrome de Gilbert’, porque todos los médicos lo hacen en cuanto ven mis análisis de sangre y en efecto: «hemos hallado también una afección conocida como ‘Síndrome de Gilbert’, aunque no tiene ninguna relevancia» lo siguiente es: «vamos a seguir descartando posibilidades». Lo que me suena a que el tio de la bata blanca no sabe tanto como debería saber y a que todas las pruebas han servido para evitar disgustos, pero no para dar buenas noticias. «vamos a verte por rayos en varios huesos, vamos a repetir los análisis de sangre y el punzamiento en el cuello...», aquí hace una pausa, se sube las gafas con el dedo índice de la mano derecha, frunce levemente el ceño, «vamos a molestarte todavía bastante, pero es necesario», vuelve al papel donde va marcando, en cada hueco, los test que voy a pasar y continúa: «también te voy a pedir análisis de orina, de la de 24 horas y de la diaria. Y como tratamiento, de momento, sólo te recomiendo que aumentesla ingesta de bebidas y que reduzcas la toma de lácteos» si estás esperando en la sala de citaciones y ves a un tío con cara de cansancio, que coge el número 222, al que un señor muy mayor mira de arriba a abajo antes de preguntárle cuánto mide, puede que me estés viendo, es muy probable

miércoles, noviembre 08, 2006

Dile cosas bonitas a tu novia: «Tienes un cuerpo de reloj de arena y un alma de película de Hawks.» Díselo muy bajito, con tus labios pegados a su oreja, sin que nadie pueda escuchar lo que le estás diciendo (a saber, que sus piernas son cohetes dirigidos al centro de la tierra, o que sus senos son la madriguera de un cangrejo de mar, o que su espalda es plata viva) . Y cuando se lo crea y comience a licuarse entre tus brazos, no dudes ni un segundo: bébetela. Luis Alberto de Cuenca, 1997

viernes, noviembre 03, 2006

"prefiero las palabras a los hechos, sobre todo si las palabras son deja de buscar, ya me has encontrado o no vayas a pensar que te iba a dejar escapar"
el caso es que nada funciona, y cuando digo nada es nada y estamos en la Posada de las Almas, buscando la nuestra, el martes por la noche, y es Haloween y todo el mundo está disfrazado y digo estamos porque somos M. y C. y P. y yo, que me pongo la chaqueta de Pete Townshend quecompré en Madrid en un acesso de locura pero esa chaqueta estaba diciendo cómprame, joder, sácame de aquí, una chaqueta con la bandera del Reino Unido estampada en la espalda y las mangas, pero el caso es que estamos allí, sitiados, hay brujas con escobas y tíos disfrazados de Drácula y una momia, hay hasta una momia, y uno vestido de jugador de la selección española de fútbol (¿?) y muchas diablesas con cuernos y rabo y tridente, nos aferramos a la barra como si todo el bar se moviera y estuviera al borde del naufragio y es posible que lo esté, de hecho ya sólo quedamos M. y yo, M. que es mi mejor amigo y siempre puede conmigo, me pido otra copa con el último billete que me queda en la cartera, vodka, hielo, limón, lo rebusco cerrando un ojo y entrecerrando el otro, como el francotirador comprueba que la última bala está en su lugar, la pido, la copa, en el preciso momento en el que mis ojos, por casualidad, coinciden con los de ella, que es la camarera del Erasmus, ella, que es la camarera más guapa de Salamanca, la camarera de tus sueños, no, de los tuyos, no, de los míos, porque ella nunca sonríe, ¿sabes? todos creen que es antipática y yo no, yo creo que es tan guapa que tiene miedo de que llega cualquiera y le rompa el corazón, eso me digo cada vez que piso su bar, porque me gusta pensar que el bar es suyo y es ella la que decide la música y que cuando suenan demasiado los Tindersticks o los Trembling Blue Stars es porque tiene un día jodido, todo esto lo digo porque me está mirando, joder, es ella, no la había visto antes, está al final de la barra y me mira fijamente y en ese momento pienso ya está, funciona así, tu estás en un bar y sin querer la miras y ella te mira y te mueres, así de simple, un dos, tres, te mira y te mueres, pero no, sigo vivo, sigo mirándola y baja la mirada pero no está mirando a ninguna parte, sólo disimula como si se reservara y pienso tienes que ir allí, tienes que hacerlo y miro el reloj y son las 4 de la mañana y calculo que van a cerrar el bar en media hora y pienso que en lugar de reloj debería llevar cronómetro, no sólo yo, todo el mundo, ella ahora se toqueta el pelo y M. empieza a hablar con un tío con el pelo teñido de rubio y una camiseta que lleva estampado un cómic de Flash Gordon y me digo que es un mensaje para que me mueva y entonces levanto otra vez la vista y ella está casi encima, se ha escurrido en la espesura del bar, en la espesura de brazos y vestidos y palabras y vasos y voces y urgencias como el mercurio entre los dedos y me digo ahora es cuando va a pasar algo y en efecto, M. la mira y el tipo de la camiseta la mira y yo la miro y el reloj se para porque ella, en perfecto castellano mal hablado dice qué guay, toca mi chaqueta con la punta de los dedos de la mano derecha, como con miedo, y abre la boca y me mira y dice eres inglés? y yo digo no, no, y ella tiene unos ojos que son dos pozos negrísimos y sonríe y tiene una dentadura perfecta y pómulos elevados y también perfectos y es más alta de lo que aparenta detrás de la barra del Erasmus y sin embargo algo falla porque después de la sonrisa, como si ese hubiera sido un regalo excesivo, retrocede y es tarde cuando le digo que estuve este verano en Londres, que me gustó Candem, como un anzuelo sin cebo porque ella dice todos los españoles van a Candem y a Picadilly cuando van a Londres y luego le digo pero también estuve en Brixton y ella ya no me escucha, no lo entiendo pero se aleja, dice sí, yo no vivo lejos de Brixton y cuando voy a decirle que ya la conozco, que la he visto en el Erasmus, está a miles de kilómetros de distancia, y sus ojos están a miles de kilómetros de distancia, y sus dientes perfectos, y su pelo, y su tacto, y su pómulos están a miles de kilómetros de mí, lejos como los amigos de la infancia, como los campamentos de verano, como la primera vez, como todas las primeras veces y se va e ingresa en el maravilloso parquecito de recuerdos amables de mi memoria, en el almanaque de todo lo que no fue y me siento tonto y feliz como un villancico y cuando todo vuelve a pasar de la pausa al play, cuando vuelvo a escuchar la música y veo otra vez al resto del mundo agitarse en el bar, M., que ha estado todo el rato obervando, me dice oye, ¿me dejas ponerme esa chaqueta?

jueves, noviembre 02, 2006

Hay que decirlo claro: 'Los hijos de los hombres' funciona estupendamente porque es, sobre todo y antes que todo, la historia de una relación de pareja sin presente ni futuro, con un pasado tan doloroso que la mantiene viva a la fuerza, suspendida en un hilo, en la historia de un hijo muerto, en esa brecha sin cicatrizar que arrastran Julian Moore, activista política, líder de la resistencia, heroína de la libertad y guapa, muy guapa, y Clive Owen, desastrado y cuerdo, rudimentario, bravo, cerebral hasta que ella también se le escapa por los sumideros de la vida y entonces sólo queda aferrarse al bebé, que es un milagro, aferrarse a él con los puños apretados y pase lo que pase. Que sí, que la peli tiene algunas trampas, que muchas de sus ideas no son tan originales, que todo eso, pero a mí me emocionó. Sentí miedo y sonreí y casi lloré y no siempre de pena, y di saltitos en la butaca y vibré con la música y todo eso. Y lo valoro. Sensible que debe de estar uno.