miércoles, diciembre 12, 2007

Ф, ф, ю, ж, д, ч

teníamos un rato para después de comer, dos horas, y todo el mundo decidió echarse la siesta, o dormir un rato, porque después de 21 horas de viaje, comer a las 18.00 y el jet lag de las cuatro horas, aquello se podía llamar siesta o cualquier otra cosa. El caso es que no me apetecía meterme en la habitación porque era la primera vez, y puede que la última, que estaría en Siberia. Así, como suena. Me abrigué todo lo que pude -en el termómetro que había a la salida del hotel ponía -16º grados- y allá que me fuí, a dar una vuelta. Ekaterimburgo tiene las aceras cubiertas por una capa de nieve compactada de forma permanente. Ví a una señora quitándo con una pala la que había delante de su tienda, y era como una segunda acera, durísima. Iba cubierto, sí, jersey grueso, guantes, bufanda... pero a los diez minutos de andar por allí comencé a darme cuenta de que la cabeza se me estaba helando. Entré en una tienda de teléfonos móviles para entrar en calor y los dependientes no necesitaron que dijera nada para darse cuenta de que era extranjero: era el único que no llevaba en la cabeza uno de esos sombrero gigantes, típicamente rusos. En la tienda duré poco. Una chica de unos 20 años me dijo algo en ruso con gesto amable y yo me limité a decirle en inglés que no, que sólo estaba mirando. Ella puso cara de no entender nada y ahí quedó todo. El ruso suena tan desacostumbro y tan extraño para mí que ni siquiera podía tener la más mínima esperanza de comprender algo. Volví a la calle, ví el trajín de las calles en las que estaba, céntricas y rodeadas de comercios, hasta rodeadas por dos grandes centros comerciales, que imagine que no se correspondían con lo que es la Rusia mayoritaria. Caminé un buen rato, con la precaución de tomar referencias visuales para no perderme, alternando la entrada en tiendas que me daban algo de calor. Entré en una de discos, para curiosear, y me encontré con el 'Ibiza 2003' (¿?). También ví, en la calle, autobuses urbanos con muchos, muchos años de uso, cada uno de diferente marca y color, muchos viejos Lada y algún Skoda nuevo, y algún tranvía despistado. También un par de chicos en ropa del ejército, ancianos vendiendo hortalizas en plena calle, quisocos en los que se vendían periódicos que no podía leer, aferrados al abecedario cirílico y sus para mí indescifrables letras, y chicles, chucherías, pasta de dientes, cepillos, tabaco y mil cosas más, todo a la vez, y presencié un golpe entre dos coches en un cruce. Recordé que llevaba rublos en la cartera y entré en una tienda enorme para comprar un regalo. Al poco, la hora se me echó encima y lamenté no tener tiempo para mucho más. Además hacía frío, faltaba poco para el partido, y le echaba de menos.

8 comentarios:

Tratado de Lisboa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alnitak dijo...

Eso es lo bueno de viajar, que parece que visitas otros mundos, que en realidad, están ahí, tan cerca como el Ibiza 2003. ¡Qué envidia!

pd. Yo también creo que el frío de Madrid es un poco de broma, como que asusta pero no hiela (y mucho más si lo comparas con el de Siberia).

Un beso

Mr Blueberry dijo...

Que envidia...A pesar del frío y de lo complicado que tiene que ser el ruso...Que envidia.

Un abrazo

sb dijo...

este texto me ha recordad una maqueta que tengo un maqueta de un Lada.. Ya veo que es un país tan extraño como el que tenía en mi imaginación..

Me encanta la foto del post anterior...

LA CAÑA DE ESPAÑA dijo...

Enhorabuena por el viaje. Da gusto conocer otras gentes aunque hablen un "guirigai" incomprensile. Para la cabeza lo mejor es una "braga" de fibra polar... se lo digo yo que soy un hombre de ideas frías.
Un saludo, me alegro de su vuelta.

Yo voto al PP... y no debería dijo...

Felices días de adviento.

Saludos cordiales

tomatita dijo...

Sí, qué envidia, chico..aunque lo de no llevar gorro, vaya fallo, compañero!!! Esa cabeza a -16 grados!!!!! Ahora piensas mejor???

Un abrazo.

Dulcinea dijo...

Yo hubiese muerto de hipotermia...pero me das envidia, mucha envidia....

un besete