lunes, enero 24, 2005

yo también oigo esa guitarra desafinada, a veces esa guitarra sueña con que es una mandolina, pero las mandolinas no tienen sueños. De los instrumentos musicales, los único que sueñan son las guitarras, los pianos, las trompetas y los saxofones, sobre todo los saxofones. Por ejemplo la batería, la flauta, el órgano, el arpa, son incapaces de sumirse en el tercio de los sueños. De las mandolinas no se sabe nada.
si me pides un cuento yo empiezo contándote la historia de un chico que se despierta de madrugada y decide alejarse de allí. Allí es la casa de sus padres. Él tiene 17 años. Se pone una camiseta y los pantalones viejos y baja al garage, monta en el coche de su padre, ya sabe conducir, sólo quiere estar lejos de casa. Arranca y acelara, la carretera es una cicatriz que circunda el mundo, la carretera es una animal mitológico que yace aspero y fugaz. El chico está conduciendo el viejo trasto y no tiene ni idea de qué es lo siguiente que va a hacer después, el chico busca una emisora en la radio pero la radio no funciona, el chico se mira por el espejo retrovisor y se pregunta si aparenta su verdadera edad, pero aparte de eso no se hace más preguntas, la carretera está desierta. Trata de recordar a su hermano, que está en el ejército, porque en los cuentos siempre es necesaria la figura del héroe, y por la ventanilla se deslizan los clubs de carretera, los restaurantes veinticuatro horas, quizá aquí debería decir que apenas le quedaba gasolina, pero no es cierto, su padre llenó el depósito ayer. Por un momento tararea una canción de los Sonic Youth, pero en seguida lo deja, la noche se vuelve más cerrada y la luna se esconde, amablemente, y cuando se quiere dar cuenta, ya ha ocurrido, la noche se le ha metido en el coche, siente frío, frío por dentro, y ve cómo la luna le ha dejado a solas con las nubes, lo sabe porque ellas empiezan a escupirle en el parabrisas, y cuando lleva así un rato nota en el labio superior el sabor de la lluvia, está llorando, está llorando, nuestro chico llora con los dientes apretados, llora y toda la lluvia son sus lágrimas, llora sin apenas darse cuenta y no tiene tiempo para pensar que hará cuando despierte de todo y bueno, yo casi prefiero que termine así el cuento, tu verás, ya sabes que creo que hay gente que vale más por lo que está esperando que por lo que tiene y que yo de mayor quería ser Raymond Carver.

1 comentario:

Beatrix Kidoo dijo...

Dioxxx... te sales! Hacía tiempo que no leía algo tan bueno!

Un saludo!