
Una vez hablé con Paco Umbral. Más bien hablécon María España, su mujer, que nos hacía de intermediaria, en el teléfono. Yo estaba en Madrid, en una categoría laboral que aspiraba a convertirse en la de becario, y se me metió en la cabeza que le haría una entrevista. Recuerdo que llamé al teléfono fijo y se puso ella, y a él se le oía al fondo, con esa voz como un cañón: "¿Y quién dice que es?" y "Paco, ¿sí o no?". Al final fue que no y la entrevista se la terminé haciendo a Sánchez Dragó, que me lo puso mucho, mucho más fácil, pero nunca le guardé el menor rencor a este tipo que acaba de marcharse, del que tengo recortadas tantas 'últimas' del Mundo, donde yo, por edad, lo leí. Todo un fenómeno. Me hizo pensar, disfrutar y, muchas veces, reir. Recomiendo, de su obra, Mortal y rosa y, sobre todo, Las Ninfas, esa novela de su adolescencia que comienza con una cita de Baudelaire: "Hay que ser sublime sin interrupción". Seguro que publicarán compendios, antologías de sus artículos de prensa, pero me temo que eso no alcanzará ni a rozar el placer que sus lectores sentíamos cuando leíamos su columnita, tan fresquita, cada mañana o cada tarde. Recomiendo echar un vistazo a El Norte, en el que trabajó muchos años, o a El Mundo del pasado miércoles 29 de agoso, con 12 páginas en el primer caso y cerca de 25 páginas en el segundo dedicadas a él. RIP