miércoles, diciembre 15, 2004

leyendo, leyendo

He pasado gran parte de la tarde en la biblioteca de la Casa de las Conchas. Es un lugar que me fascina. No sólo por el lugar en el que está emplazada, en pleno centro histórico de la ciudad, en un edificio tan emblemático, frente a la Pontificia, sino que es, seguramente, la más grande y completa de la ciudad, la más cuidada, y la más acogedora a la vez. Hoy me he enterado de que este mes cumple diez años y he comprobado que yo tengo el carné desde el 95, desde hace 9, así que debo de ser uno de los socios más antiguos. Me la enseñó mi buen amigo Alberto, que vivía entonces muy cerca de ella y siempre llevaba un libro bajo el brazo. En la foto del carné, que no he cambiado desde entonces, veo a un chico de gesto extraño y lejano. Luego yo se la he enseñado también a mucha gente. Y allí he asistido a varios presentaciones de libros. Recuerdo a una bibliotecaria muy simpática que siempre me vacilaba por los libros que sacaba, presumía de haberse leído todos los libros que yo me llevaba y siempre decía "ese no está mal, pero al principio cuesta engancharse", o "has ido a coger el peor de ese autor".
Habré sacado cientos de libros en estos años. Hace un par de años pusieron un servicio de discoteca y videoteca para poder sacar discos, películas, y dvd´s y de repente hubo un alubión de nuevos socios. Allí he conocido a otros habituales, como yo, en la hemeroteca me he peleado con algún jubilata por la prensa, me he reído muchas veces, yo solo, en la sección de comics. Y he hecho algunos trabajos de la facultad, también, y he fotocopiado páginas de algunos libros cuando he estado sancionado por no devolver a tiempo algún prestamo. Allí he leído el Mein Kampf y Las Edades de Lulú, El libro rojo de Mao y Lolita.
Hoy me he llevado Superviviente, del gran Chuck Palahniuk, sí, el de Fight Club. Me he leído unos cuantos capítulos en la silenciosa sala de lectura, rodeado de dos estudiantes que no paraban de lanzarse miradas cómplices, de otro chico que ha tratado varias veces de ver lo que estaba leyendo mirando las tapas de mi libro, y de un señor mayor que consultaba un tomo de una enciclopedia de arte.