sábado, junio 10, 2006

Hay deseos y deseos. algunos son permanentes, se nos adhieren a la parte del cerebro más expuesta a los colapsos, que es el corazón, y ya no nos abandonan nunca, como una maldición. otros son cambiantes, surgen de pronto y al poco tiempo desparecen y se esconden para pegarsenos de nuevo al cabo de un tiempo, deseos que cuando acogemos creemos inamovibles, secretos, inconfesables, y cuando se van nos parecen frívolos, irresponsables, equivocados. Es cierto que deseamos lo que no tenemos. No deseamos lo que ya es nuestro, eso es antinatural, ya sean objetos o personas. Y después está la diferencia entre lo que deseamos de verdad, con las tripas, y lo que creemos que deseamos, y entre eso y lo que creemos que debemos o no debemos desear. Y lo que estamos dispuestos a dar a cambio de satisfacer ese ansia, ese afán. También hay deseos que duran décimas de segundo, destellos de luz, apenas un parpadeo. Esos son los más intensos. Claro que no sabemos a donde vamos, ni qué nos gusta, ni quién. sabemos lo que NO nos gusta y hace donde no queremos ir y quién no nos gusta. Miente el que afirma saber hacia donde va, miente porque el azar acaba por dictar sentencia hasta en el más mínimo de los actos humanos, porque que yo esté escribiendo este texto en este preciso momento, que tu lo estés leyendo en este preciso también, es una mínima, una infinitésima posibilidad de las millones de millones de posibilidades, en realidad algo más consecuente con la pura cábala que con la determinación de nuestros actos. hoy me he levantado así portugal no tuvo nada que ver, advierto portugal fue maravilloso

7 comentarios:

koffee dijo...

Peligroso, lo de alojar el corazón en el cerebro, digo.
Un beso.

Anónimo dijo...

"no sé qué quiero ni dónde voy... pero mataré por conseguirlo"

...me olvidé de hablarte de la playa de la cuerda, en Portugal... joder, qué pena, te habría encantado...

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Hoy te has levantado así, mañana te levantarás de otra manera. Los deseos han estado rondando tu cabeza mientras dormías y una vez despierto tb. Gracias a que están ahí, sino no te levantarías de la cama nunca.

Un besi.

Pd:en serio calzas un 38,5? Tú no tienes pies, tienes barcas! :D

Elena -sin h- dijo...

Creo que ni siquiera llegamos a saber bien lo que no queremos... La vida, los días, da demasiadas vueltas como para que existan deseos inmutables, casi para que exista nada inmutable. Nuestra "inteligencia" está precisamente en saber adaptarnos (o intentarlo al menos...) Hoy deberás adaptarte a este día. Mañana ya veremos ;)

Esther dijo...

Supongo que el deseo es un apetito más de la cabeza que del corazón, se puede desear lo malo y lo bueno. Cuando un deseo no se satisface se convierte en manía, y la manía en obsesión, y éstas, no suelen ser buenas para la salud...

Anónimo dijo...

más peligroso que alojar el corazón en el cerebro es alojar el cerebro en el corazón, creo yo...

Cruz J. Saubidet dijo...

Lo tuyo es muy sex pistols.
"NO se lo que quiero, pero lo quiero ya"
Pero es verdad, el problema es que para saber lo que NO deseamos debemos haberlo deseado algun dia y haber concluido que no nos gustaba.
La debilidad es dejarse dominar por los deseos leves, la pasión, por los grandes.
Saludos
Cruz