no me apunto a los balances de fin de año, a los repasos mes por mes de lo mejor y lo peor. sobre todo porque siempre he pensado que el año, cuando de verdad empieza, es en septiembre. con el curso, las temporadas deportivas, las previsiones laborales y el regreso de las vacaciones, más o menos cortas, y todas esas colecciones que anegan los quioscos. este 2006 he hecho una excepción.de repente he hecho un rápido recuento y me doy cuenta de que han sido 365 días más que aceptables. hubo de todo, claro, pero cambié la precariedad laboral por la seguridad en un trabajo que disfruto, cambié de ciudad de residencia y también lo hice para bien, hasta cambié un renqueante coche de segunda por un flamante compacto alemán. lejos de lo material, que es lo que importa, conocí a un buen puñado de gente que merece la pena. buenos profesionales en algunos casos, buenas personas en otros. mis amigos siguieron estando allí, con algunos incluso afiancé el trato y acorté la leve distancia. viajé a Londres y a Wüzburg en dos escapadas, por separado, de una semana cada una. acudí a un par de conciertos de los buenos. di con algunos de esos libros que ya sabes, de esos. mi familia sigue tan bien de salud como siempre, y en esto incluyo a mis cuatro abuelos. sólo estuvo el susto de noviembre, el hospital, pero confío en quitármelo de en medio en el mismo enero de este 2007 que llega. hasta este blog alcanzó los dos años en verano, camino de empezar a ir a la guardería. sí, feliz año, ahora se puede decir, feliz año 2006 a todos los que os pasais o os pasásteis por aquí, alguna vez o a menudo, dejárais comentarios o no. feliz 2006 y un ojalá para el 2007
domingo, diciembre 31, 2006
sábado, diciembre 30, 2006
Cervantes es la librería más grande de Salamanca. Ni la más selecta ni la más especializada, pero sí la más grande. Si buscas un libro y no está allí, en uno de sus dos enormes edificios, en el de planta plana y fondo o en el de seis (!) pisos, olvídalo. Es muy difícil que lo encuentres. Puedes pasarte por Víctor Jara o por Plaza o por Hydria, pero será muy complicado, necesitarás más que suerte. Esta mañana he ido directo a Cervantes. En estas fechas está impracticable. Colas para preguntar si tienen aquí la catedral del mar o si tenéis el nuevo del de el código da vinci. Colas en las que hay gente que buscan las tapas duras, que lleva los títulos apuntados en un papelito, como si fueran un secreto. Son esa gente que sólo compra libros en Navidad, cuando lo dice El Corte Inglés. Los que no buscan literatura, sino un regalo. Allí, después de esperar un buen rato, al preguntar por dos libros, Héroes y Superviviente, he escuchado las dos palabras más horribles que se pueden escuchar en una librería. Las más crueles, las más atroces:
-"Está descatalogado".
Desolador.
Eso significa que debes guardar muy bien los ejemplares que tienes en casa, pero que ya nunca podrás comprárlos ni regalarlos, y que si le pegas la paliza a un amigo para que se los compre, nunca los encontrará. Me gusta regalar libros. A veces lo hago involuntariamente. Eso ocurre cuando le pasas uno a un amigo y es la última vez que lo ves. Tú no lo sabes, pero se lo has regalado. No, ahora en serio, me gusta, pero dos conocidos se han quedado sin leerlos. Se los podría dejar, pero no es lo mismo. Lo bueno, y lo malo a la vez, es que no saben lo que se pierden.
Bueno, he buscado fortuna en Víctor Jara pero las dos palabras malditas se han repetido. A cambio, después de hurgar un buen rato, he dado cin una edición de lo más rara de La vuelta al día en 80 mundos, de Cortázar. Dos volúmenes estrechos, uno de tapas blancas, otro de tapas negras. Los perros románticos, de Bolaño, me ha sonreído desde el estante dedicado a la editorial Acantilado.
domingo, diciembre 24, 2006
mucho antes de que las lágrimas se te asomen a los ojos, mucho antes de salir del bar, mucho antes de eso y bastante antes de la punzada en el pecho, el corazón ya se te ha hecho trizas
el orden del desarrollo de los acontecimientos se empeña en llevarle la contraria a lo esperable
te ocurre como a esos motoristas que hasta que no paran en una gasolinera para repostar no caen en la cuenta de que el quitamiedos les ha segado un pie a la altura del tobillo. al principio no sientes nada. pero ha ocurrido. y luego duele tanto que apenas puedes soportarlo
por si no lo sabes, estoy hablando de que ella está delante de tí, de que ella es la mujer a la que más has querido en tu vida, de que es ella la que con tres palabras te rompe el corazón y te abre el pecho ella, y tu, y en mitad de los dos un café, una caña, la noche entera que es un mundo que fluye, un mundo deteriorado, roto, dentro de todos los mundos posibles con finales distintos en los que ella es más valiente y te dice si, te dice sí
las palabras que utilizamos para hacernos daño los unos a los otros son las mismas que usamos a diario para las tareas más rutinarias. nada pasa como en las canciones ni en las películas ni en la vida, nada pasa como en la vida real porque la vida real no existe. ya deberías saberlo, quien más te quiere te hará llorar, todo eso
simplemente, lloras, o crees que lloras, o lloras de verdad. y te deseas feliz triste navidad y te empeñas en querer olvidarla y no puedes, y sabes que acabaras mordisqueando el recuerdo de vuestra historia de amor pasada, otra vez solo, otra vez muerto de amor y de frío.
sábado, diciembre 16, 2006

miércoles, diciembre 13, 2006

Esto viene a cuento de la muerte de Pinochet. Desde 1990 dejó de torturar y de matar, y hasta entonces para mí aquel hombre significaba más bien poco. A los que sí les pilló en una edad muy consciente fue a todos los que aparecen estos días en las fotografías de prensa junto a él, jefes de estado como Margaret Tatcher, que ya sabían de su látigo y sus matanzas, los Reyes de España, gente como Juan Pablo II, sonriente en una foto que he visto esta mañana junto al tirano, en los años 80. el guardián de la piedad y la fe compartiendo sonrisas y conchabeo con el mismísimo demonio. Ni siquiera en EE.UU., desde donde Nixon le apoyó, fueron tan torpes.
Después he leído las maldades de la Junta Militar que dirigió el país ('Chile bajo Pinochet', de Claude Katz,es un buen repaso a aquello) sobre las maldades de la Junta Militar que rigió la nación durante 17 años, en los que se hablaba de descargas eléctricas, perros adiestrados para violar mujeres, ahogamientos, torturas, eliminación sistemática de enemigos políticos, horror y más horror. Y con el dictador vivo, en Chile levantaron, sin guerra y con pinzas en la nariz para esquivar su hedionda historia, una Constitución democrática. y salieron adelante, más o menos, y lo siguen haciendo como en España sólo fuimos capaces de hacerlo cuando murió nuestro dictador.
Tras la muerte de Pinochet, hubo disturbios en Chile, en especial en Santiago. Por parte de los descendientes y familiares de los represaliados y los desaparecidos y por parte de los adeptos, en especial en Santiago. En los últimos años ese tipo de mirada severa, casi caricaturesco y de quebradiza salud cada vez que iba a ser juzgado, se reencontró con un pasado de torpe y avaro ladrón de miles de millones de dólares. Dilapidó su escaso crédito personal, incluso con los suyos, con la mayoría de los suyos. Pero dejó de dañar a Chile, que se restituyó en la órbita internacional, comerció, creció, casi, casi logró olvidar. Veía los disturbios en televición, decía, y esperaba que no fueran la última pequeña victoria del tirano, ni siquiera eso.
viernes, diciembre 08, 2006
domingo, diciembre 03, 2006
"La profunda soledad del samurai sólo es comparable a la de un tigre en la jungla".
(El Bushido)
postalesdesdealemania
#1
Estoy de regreso a Hahn, me he montado al tren en Wüzburg, a las 2.30 horas. He pagado el billete a bordo. Los cuatro vagones viajan repletos, con gente que duerme en los asientos extendidos, como si fueran literas. Encuentro un hueco, el tren aúlla en la noche de un país que no comprendo. Pienso que quien no sabe lo que es montar en un tren y ser esperado por alguien que le ama no sabe lo que es montar en tren. Pienso en que esperar en una estación a la persona amada es la mejor forma de esperar.
#2
te grabé un CD, en él una voz, en mitad del disco, creo que en la pista seis, decía: "de tí, sólo conocí los inviernos". y no es cierto, también conocí las primaveras y los veranos y hasta los otoños, pero de los inviernos era de lo único que sabía defenderme. de eso hace tanto.
#3
lo que haces y lo que no. todo lo que dejas escapar, lo que los economistas llaman el 'coste-oportunidad', cuando te conocí era un joven de muchos años y ahora qué, ahora quizá un viejo de escasa edad, lo que haces y lo que dejas de hacer
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