sábado, septiembre 18, 2004

"Lo más importante es saber atravesar el fuego"

Sí, fallecido otro de los Ramones, Johnny, esta vez. De vuelta a la redacción tras alguna fiesta estos días atrás y bastante trabajo. Los que han terminado las vacaciones cuentan sus aventuras por EE UU o por la playa de Gandía. Hay un tío que no para de hablar de los leones que tenían en la puerta de un casino de Las Vegas. Supongo que es una buena forma de advertir a la clientela de dónde se va a meter. En Valladolid y en Salamanca, con pocas horas de por medio. Con Aitor, Patricia, Álvaro y Sandra, las dos parejas y yo. En las ferias de Pucela, en el ferial, quiero decir. Primero tiramos a canasta y por supuesto, somos incapaces de anotar dos veces con esos balones tan hinchados y esos tableros tan duros. Y cómo escuece. Luego nos montamos en los coches chocones, Álvaro y yo en uno y Aitor y Patricia en otro, y hacemos el animalote un rato. Pasándolo bien. Luego nos encontramos con una de sas máquinas de boxeo en la que tienes que fdarle un buen mamporro a una pera. Nos hacemos los machitos un rto, los tres primos. Aitor hace honor a la vascongadas y hace 400 puntos, Álvaro decepciona y maraca 300 ante el cachondeo generalizado y yo triunfo con 450. Después de dar el mamporro espero los besos de las chicas y las flores y los aplausos, pero sólo me encuentro conque Patricia me da las gafas de sol que se me han ido al suelo por la emoción. Vamos a las caseas, compramos un par de botellas de sidra en la casa de Asturias, se hace de noche, suena música pachanguera, "camina y ven", etc... y probamos unas patatas con una salsa que pica mucho en la casa de Canarias. Trato de localizar a María porque es su cumpleaños, pero siempre me topo con un contestador en alemán que invita a cualquier cosa menos a dejar un mensaje. Ya tengo arreglada la puerta del coche. Ya casi me había hecho a esa imperfección con su historia a cuestas, su golpe y su furgoneta que apareció por la izquierda y me dio un buen golpe. Y he pasado unos días con los abuelos. Preparan una comida especial y cuando acabamos, con el café, cuentan historietas de cuando yo era pequeño, las monadas que hacía y esas cosas, lo hacen con tanta emoción que aunque las haya oído mil veces no me importa. Ser el primer nieto tiene estas ventajas, "eras igualito al príncipe Felipe, una vez nos paró una señora por la calle para decirnoslo...", "hay que ver cómo comías, cómo dormías, todo en su momento, y nunca, nunca llorabas por nada, no como los demás niños...". Yo no me acuerdo de nada de eso, así que mientras me quedo mirando fijamente sus maravillosas arrugitas. Acaba de venir al periódico Pau Gasol. Está paseando por aquí, parece muy tímido. Ciao!

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