sábado, octubre 30, 2004

Nos queda el cine, por ejemplo, la hermosa mentira del cine

Películas, vistas, soportadas, admiradas, soñadas:
Roma
Aristarain mantiene intacto el oficio y el dialogo de sus películas, aquél que le llevó a filmar la soberbia Martín:Hache. Inteligente, sutil y emocionante, sospecho que se deja media biogarfía en cada fotograma, en casa secuencia. Esta película suena a jazz y a rio, huele a alcohol y a tinta de imprenta, a libro recién abierto y a libreria de viejo, sabe a años de la niñez de otro, que al final es la niñez de todos. La adolescencia es diferente, lo es para cada uno porque al final son muchas dentro de una, pero la niñez es una, la vivimos todos y es común, casi comunitaria. Roma es quizá un homenaje a la figura de la madre, quizá un cuento sobre cómo reconstruimos nuestra vida cuando ya se acaba y miramos hacia atrás, y tratamos de dar coherencia a los hechos dispersos que nos salpican la memoria, a las fechas, a los lugares, a los libros que leímos, a las citas, a las chicas a las que decíamos adiós en los portales, a los amigos que apenas tuvieron suerte. Es una historia de búsqueda. ¿Se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido, a alguien a quién nunca se ha conocido? Roma es parte de la magia, pero sólo una parte. Jaula de oro, la memoria, escoba de momentos, lugares y personas. Puro cine.
The Village (El Bosque) Enorme. No es una película de miedo, como mal nos hizo creer la publicidad. Es una historia de amor como pocas se han contado en el cine. Y también una historia política. Las películas de Shymalan no se parecen entre ellas. Veo pocos puntos comunes entre las que he visto: El sexto sentido, El protegido, Señales y El Bosque. Bueno, quizá alguna más entre estas dos últimas. La religión, o mejor dicho, la fe, el cuestionamiento de la fe, está muy presente en las dos. Decía que esta última cinta es una historia de amor, sí, pero también habla de cómo renunciar a las utopías, de el mal, presente en la naturaleza del hombre por mucho que él pretenda esquivarlo, excusable, imprescindible. El director cuenta mucho contando lo mínimo, menos es más. Contada con un ritmo muy pausado -quizá demasiadoe durante toda la priemra hora-, como le gusta a este director, contiene hitorias calladas como la que protagonizan los personajes que interpretan William Hurt y Sigourney Weaver, una banda sonora sugerente, memorable y omnipresente, y un manejo de la cámara y una fotografía me atrevo a decir que, de puro clásico, casi roza lo exageradamente academicista. Creo que ganará con los años porque es un film atemporal. Imprescindible. Tiempo al tiempo.
Man On Fire (El fuego de la venganza)
Tony Scott y sus tics. La cámara se descompone, gira, enloquecida, sigue girando, la luz aparece y desparece como si tuviera vida propia. Exactamente lo de siempre, pero esta vez con peores resulatdos. ¿Y la trama, los personajes?. Se trata de la historia de una venganza, ni más ni menos. Denzel Washington es un guardaespaldas alcohólico al que encomiendan el cuidado de la hija de una adinerado metido en asuntos muy turbios. La bella despierta el lado más tierno y humano de la bestia, que se redime de todos sus años de errores. Cuando unos secuestradores matan a la pequeña Denzel se dedica a matar, uno por uno, a los asesinos. Al final nada es lo que parece, todo el mundo tiene algo que ocultar, salvo el propio Denzel, claro, que es el héroe de una pieza, incorrupto y sacrificado. Previsible, sólo divertida en momentos muy puntuales y escasos, pobre en su planteamiento de buenos contra malos. En resumen, mala.
Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Olvídate de mí) Olvídate de Jim Carrey. O mejor dicho, dale otra oportunidad, que el chico se lo ha ganado después de The Truman Show. Ojo, pensé antes de meterme en la sala; la peli está basad en un guión de Charlie Kaufman, al que no tengo especial aprecio tras Adaptation (El ladrón de orquídeas). Pero hubo sorpresa. Su nuevoe engendro sale esta vez bien parado. Calculando: Memento+Cookie´s Fortune+Cube+Cuando Harry encontró a Sally. Más o menos. Mareante y desasosegante, pero coherente. Y muy divertida. Otra vuelta de tuerca a las relaciones de pareja,e sa mina para el cine. Sin moralejas ni aburridas conclusiones, una historia muy fresca y contada, eso es lo mejor, como nunca lo habrías imaginado. Alrededor de los dos protagonistas, excelentes secundarios como Kirsten Dunst, Mark Ruffalo, Elijah Woodd o, especialmente, Tom Wilkinson. Le sobran pocas cosas y a veces da la impresión de haber sido rodada sobre la marcha, sobre todo en todas las secuencias en la casa del personaje de Carrey.
Collateral Esperadísima por mí, con las expectativas por todo lo alto, pues Michael Mann ha dirigido algunas de mis películas favoritas, como El último mohicano, Heat o El Dilema, salí de la sala con un regusto amargo. Memorable el montaje, las secuencias en las que el taxi recorre las calles de la nocturna, solitaria y desoladora ciudad de Los Ángeles, las secuencias de acción -casi todas- y la luz del film, siempre tenue, azulada, amenazadora. Pero escasos los personajes, escasos en sí mismos, no aportan casi nada, apenas dan la impresión de tener matices, de acoger cualidades que nos los hagan no ya próximos, sino al menos interesantes, y por ahí se le escapa la pelicula a Mann. Tiene los peores defectos de su pinchazo más sonado, Ali; la trama termina por convertirse en un excusa para alargar la cinta más de la cuenta. ¿Tom Cruise? Sólo válido, correcto, sin más. No pasará a la historia por este papel, aunque el disfraz de malo le sienta mejor de lo esperable.
Crimen Ferpecto
O la venganza de la fea. Divertida, suelta, distendida, con el sello De la Iglesia: humor bestia, sangre y víscera, parodia y un final muy irónico. Tras las risas, la burla a los trepas que pueblan las atribuladas vidas de empleados, jefecillos y ancargados en general, unas risas crueles y de menosprecio a costa de sus denodados e inútiles intentos por llegar a aparentar lo que no son. Sus personajes se deslizan en un mundillo obsesionado por tener, aparentar tener: un buen puesto, un buen coche, una buena casa, mujeres en perenne disposición sexual, viajes y todo tipo de lujos de adquisición y consumo. El ascenso de clase como sublimación perfecta. Guillermo Toledo borda un personaje trepa, sin escrúpulos, temeroso de sus jefes y cruel con sus subordinados, despreciable y patético. Perfecta para pasar un buen rato sin pensar demasiado.

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