sábado, junio 04, 2005

titubeastímido

Todo lo que ocurrió anoche fue divertido, hasta que el cielo pasó lentamente del azul al blanco, a las 8 de la mañana, ya que primero estaban las cervezas que aquel camarero quería hacernos probar a los tres, venga, esta es la más tostada, yo invito, y luego enseguida estábamos en la chupitería, esquivando a toda la gente que se quedaba pegada a la barra. Por fortuna nos marchamos pronto, digo por fortuna porque de ahí nos marchamos al Irish y ahí empezó de verdad lo bueno, jaleando a un tipo mormón del que nos enganchamos a hablar, más lanzados con los vasos medio vacíos. Es curioso cómo funcionan las cosas por la noche cuando apenas puedes escuchar a alguien que te tira de la manga y luego te grita al oído "me llamo, Cristine, soy de Montana", y tu te encuentras con dos ojos emocionados o quizá casi vencidos o en todo caso dos ojos como dos espejos y a continuación tienes una bebida distinta en la mano y ya has dejado de estar en el centro del bar. Es curioso porque no es fácil distinguir a veces a una chica rubia de otro chico rubio y cuando digo rubia quiero decir fugaz. "Es tarde para parar ahora", te parece entender aunque prefieres que no sea eso lo que has oído mientras te preguntas que habrá ocurrido en la última media hora para que estés hablando con un tipo que dice haber sido compañero de tu clase cuando ambos teníais 10 años y tu piensas que no me acuerde de tí sólo puede ser una buena señal. Luego, claro, está el frío al salir del local, el frío en la cara, el olor a humo en la ropa, alguien que dice vámonos a la Posada, seguro que aún pillamos allí un buen rato de Hey Ya y de fight for your right to party y lo que eso quiere decir, hasta que alguien me pregunta por a qué me dedico y antes de que pueda responder ya me dice "después de los 18 no hay nada, y yo ya tengo 19", aunque la cosa se queda ahí cuando se me ocurre la idea de hacer como que no he escuchado el comentario y pasar a fijarme en que mi amigo lleva un buen rato hablando con una chica muy alta que parece que está en mitad de un anuncio de jeans gastados y gafas de sol último modelo o las dos cosas a la vez, quiero decir dentro de una canción de los Sonic Youth y ese rollo, antes y después todo el rato, pero de ninguna manera en este momento, tengo la impresión de que al día siguiente me voy a acordar con todo detalle de la noche aunque también es posible que no, así que vámonos cuanto antes al Circus, o es que no sabes cuál es, es lo que antes se llamaba Versus, venga, a lo mejor ella quiere ir a ese antro pero a mí no me apetece demasiado pero al final estamos allí y alguien vuelve a saludarme y quizá soy yo o quizá es él quien dice "el fin del mundo fue ayer" y luego están las colas para parar un taxi y las chicas que tienen frío en su brazitos y la tristeza de las paradas de autobús a las siete de la mañana pero la alegría de un abrazo y esa sensación de haber estirado el tiempo como en uno de esos cuadros de Dalí en los que los relojes se derriten, esa maravillosa sensación de la resaca anticipada, de los amigos que conservan la elegancia a pesar de haber bebido demasiado y que te dicen te llamo luego porque voy a acompañarla a su casa, porque tu sabes que lo hará, que no dejará que la pase nada, que vas a recibir esa llamada y que podrás llevarte mejor con las farolas que se apagan y correos que abre y el coche patrulla en la Plaza Mayor y contigo mismo hasta que pienses si puedes conducir o debes llamar a un taxi y entonces ponerte en manos de uno de esos tipos que lleva música clásica a todo volumen para evitar que nadie le de conversación, tan cómodo, tan respetable.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Eres el mejor describiendo, me recuerdas al libro Tiempo de Silencio no recuerdo al autor, me lo tuve que leer en el instituto y me gustó.gracias por los animos, me encanta que alguien me lea¡¡¡aunque sea poco explicita, en la proxima catarsis me lucire mas.muchos besos

DAVID YÁÑEZ dijo...

Me gusta ese rollo Easton Ellis, directo sencillo y delicado al tiempo
sigue así.

Seguiré leyendo