domingo, junio 05, 2005
Tom y Jerry levantaban tres veces su peso en dos mancuernas
Tom y Jerry tomaban esteroides, y congelaban kilos de claras de huevo para luego darse un atracón de proteinas y también tomaban decenas de latas de atún y kilos y kilos de pachugas de pollo, sin piel ni hueso, decenas de filetes en el congelador y arroz cocido y a veces patatas y leche de soja. Salvo eso nada más. Dejaron a sus novias, los esteroides les ponían lo suficiente. Sus corazones se dilataban y su higado sufría y también sus riñones, pero los riñones no se ven desde fuera. A veces tenían fuertes migrañas y el cuerpo les pedía tomar algún dulce, me contaban, pero no se podían imaginar caer en la tentación de probar ningún alimento previamente procesado. Tenían los ojos abiertos como platos y comenzaron a andar como si desfilaran en un ejército de forma permanente. Los brazos se les rozaban con la espalda. Empezaron a crecer, a ir por la mañana y por la tarde al gimnasio. Cada vez querían más. En Madrid hay un par de tiendas donde puedes comprar esteroides y EPO y Arfixol y hormonas del crecimiento y hormonas de caballo y de vaca y todo eso de forma ilegal, por supuesto, pero no es muy difícil.
Tom y Jerry son nombres ficticios
la última vez que los ví fue en el gimnasio, claro, y daban miedo, se habían rapado el pelo, llevaban ropas anchas, de culturistas, pero los cuellos de toro les delataban y tenían algunas venas en las gemelos a punto de reventar y los dientes separados de tantas anfetaminas. Las anfetaminas te mantienen quemando grasa las 24 horas del día, no puedes parar de moverte y apenas duermes. Tomaban tantas pastillas que llevaban siempre un bote consigo de píldoras de mil colores. Aquello parecía un caleidoscopio. Eran una farmacia ambulante y no tenían pensado competir en ningún sitio.
Las horas de insomnio les hundían las cuencas de los ojos y les hacían resaltar las mandíbulas y la frente. A veces rezo por sus rodillas y por sus corazones, latiendo cuatro veces más rápido de lo que deberían, rezo por sus cerebros y por sus familias y luego enseguida me canso de pedir por ellos.
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2 comentarios:
Hay cientos de miles de formas de desaparecer... En las farmacias, en los gimnasios, en internet,... todos tenemos alguna gran idea para desaparecer (o casi todos)
es como un cuento de terror, pero sin el como...
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