lunes, noviembre 21, 2005

El regreso de Calamaro. Yo estuve allí (II)

Las canciones que eligen los músicos para entretener a la gente antes de saltar al escenario siempre son importantes. Algunos miman la selección casi tanto como el propio concierto. Yo hablaba con la gente de por allí pero seguía atento a esa selección, y la que más veces sonó en esas dos horas fue 'Heart of gold', de Neil Young, tan perfecta como siempre, así que pensé que todo iba a salir muy, muy bien. Y creo que lo noté primero en el cogote, como un soplo de aliento. me giré de repente y lo vÍ: llenazo. En la pista no cabía ya un alma y no era capaz de encontrar un asiento libre. Llenazo, pensé, y este estadio hace 14.000 personas...faltaban 10 minutos para las diez, cada vez más apretados unos contra otros, pecho con espalda. entonces sucedió: la música terminó, todas las luces se marcharon, nos quedamos a oscuras, todos a la intemperie, por un instante, y después una luz morada se cernió sobre un teclado, en el centro del escenario, apenas visible por la niebla artificial. No se veía nada, pero el estado de nervios era enorme. Y juro que sucedió, como dicen que ocurrió en el preciso momento en el que los Stones saltaron al ruedo en El Calderón, en una noche perdida en mitad de los años 80, y un rayo cayó, en sincronía sideral, justo al lado de Mick Jagger, que se quedó blanco. De repente, 14.000 personas enmudecieron. No había ningún rayo, claro, pero ese silencio, de décimas de segundo, me dio vértigo. Porque los seis años estaban dispuestos en esas décimas de segundo. Y justo después estaba allí: el 10, Andrés, de riguroso negro, chaleco, esos malos pelos, bastante delgado, por lo demás como siempre, como si no hubieran pasado tantas cosas. El Palacio rugió, como un animal descomunal. Era él. y empezó todo: abrió con 'El cantante' cuál si no, y siguió con 'El Salmón'. y luego dijo 'hola madrid'. En las dos pantallas gigantes, los primeros planos lo mostraban vibrante, agitando la mano izquierda, que estaba libre de trabajo, al cielo, el ceño levemente fruncido, ojos fijos en el teclado, concentrado. Pero en forma. Yo lo miraba y de verdad me alegraba, después de todo aquello que contaban de la enfermedad y la politoxicomanía en aquel piso de madrid y de la locura y de la negativa de grabar de nuevo y de la desesperación de su discográfica. Y después, el delirio absoluto: 'Te quiero', que nunca me cansaré de cantar y de gritar, ni yo ni nadie que tenga corazón, supongo. después de terminar ésta, con la banda tocando el cielo de Madrid, recitó cuatro estrofas de versos, y se las dedicó a amigos, a Turmix y a su novia. y fueron cayendo: 'Crímenes perfectos', de dylaniano despecho y literario mérito, y 'Las oportunidades', y 'No se puede vivir del amor', con toda su sorna. Y 'Clonazepán y circo' y 'Estadio Azteca' y 'El vigilante medio argentino', con una gran sección de vientos, y muchas más. Y salió el Niño Josele y se calmaron los ánimos, también los míos, que comulgan mucho más con el lado rockero de AC que con el tangueo y el flamenqueo. Pero recobró el pulso del show, hay estaba 'Alta suciedad'. A mi me daba la impresión de que tenía tanto repertorio para elegir y tan bueno y tan sugerente, que podía hacer lo que quisiera: estaba abocado al éxito, Andresito. Ahí estaba Alta Suciedad y Calamaro se desmelenó, y bailó, con cautela, eso sí, pero bailó, y eso solo puede ser una buena señal, amigo. durante el concierto llamé dos veces a mi hermana, la primera para 'Te quiero', para que ella también estuviera allí, y la segunda por 'Media Verónica', que siempre identifico con ella. estaba empapado de sudor, de mi sudor y del de los demás. mi hermana me colgó y me llamó ella, para oirla entera, según me dijo. pero yo estaba allí por los dos. Me habría gustado hacer lo mismo con Manolo, del que también me acordé mucho. Y Rebe me mando un sms acertado qué canción estaba sonando en ese momento. 'Flaca', 'Paloma', 'Mi enfermedad', fueron la trilogía de la desesperación y el éxtasis, tres de las mejores que haya escrito y cantado nunca, con o sin Los Rodríguez y demás, antes de 'Sin documentos', que cerró el concierto. Un final pletórico de no ser por la última, que volvió loca a la gente pero que a mi me rayó bastante, de tan quemada que está. y es que es extraño asistir a un concierto tan masivo, de alguien al que has escuchado en tu intimidad y crees que te ha susurrado tantas cosas al oído, en exclusiva, para luego ver que no, que no eras el único, que ese amor es compartido...

10 comentarios:

Anónimo dijo...

...he llegado hasta aquí para sufrir, para leer la segunda parte... te odio, mister, y te odiaré mucho más si hay una tercera parte....

Bowie dijo...

y tú sabes que la habrá, solo tengo que arañar unos minutillos esta tarde....

Anónimo dijo...

Mi envidia aumenta en estos días e incluso he llegado a derramar alguna lagrimilla esta semana cuando he escuchado Flaca (supongo que porque se me han acumulado muchas cosas).
A ver si para el próximo ya nos conocemos.

Anónimo dijo...

Anda que no invitarme a ir contigo a ese peazo de concierto...En fin....Que te voy a decir que tú no sepas....
bsssssssss

Bowie dijo...

usuario anónimo...

definitivamente,
¿quién eres?

Anónimo dijo...

¿Quién soy?
¡Si somos legión!

Anónimo dijo...

Bowie, a tu pregunta de quien soy:
Quien, si no, voy a ser????

Quien encuentra busca.
Besos!!!!!

Anónimo dijo...

ddddd

Bowie dijo...

no, no lo sé, sé quién me gustaría que fueras, dame más pistas, mándame un e-mail

o algo, si quieres

Anónimo dijo...

Mándame uno tú y te contesto, eso sí, juas