jueves, noviembre 24, 2005

El regreso de Calamaro. Yo estuve allí (III y final))

....y las luces se encendieron, así que nos quedamos allí, mirándonos unos a otros después de un bis, mirando también al escenario, ya extinto de magia, con la niebla artificial ya perdida en el cielo de madrid, después de haber sido agarrados por la solapa y agitados, sacudidos los corazones y los cuerpitos. recordé un concierto de Eels, en el que el tío salió a cantar media hora después de terminado el concierto, para unos pocos elegidos, para los que no tenáin tanta prisa por emborracharse de ciudad. premio a los perseverantes. pero decidí que no, que esa no era la noche. a mí alrededor ya no quedaba ninguno de aquellos que media hora antes estaban esperando, ansiosos, el cominzo de todo. tenía la sensación de haberme vacíado y de que no era tan justo terminar así. la gente comenzó a marcharse, primero los que estaban tan lejos, sentados, y poco a poco haciendo hueco a los que habíamos estado cerca del escenario, otros se sentaban en el suelo y se encendían otro petardo, con calma, pero yo pensé que tenía que coger el metro antes de que se terminara pra cenar algo y regresar a Zamora sin que se me hiciera demasiado tarde. había un grupo de unos 30 tíos sin camisetas ya en una grada, cantando aquello de 'Maradona, estamos esperando que vuelvas', en su mundo argentino, y los que iban dejando el Palacio se iban sumando al canto. los seguratas aparecieron por allí para aligerar un poco la marcha de la gente, pero los 30 se hacían fuertes. al poco eran 50, al poco 70, seguro que llegaron a los 100, con muchos que sí portaban la albiceleste. aquel final fue una reivindicación de Argentina por muchos pibes que viven en Madrid, y eran muy contagiosos. supongo que Maradona une hasta más que cuando le daba al balón. pero yo entonces lo que tenía en mente era romper la autopromesa que me había hecho. no comprarme ninguna camiseta del concierto. Claro, lo hice, no lo pude evitar, aunque tuve que esperar casi 30 minutos en la cola de uno de los puestos del merchandising, rezando para que nadie se llevara el modelo que llevaba tiempo viendo desde la cola de gente. y lo logré, y quedaba la XL, la mía., 18 euros. Azul, con la portada del último disco en el frente, que es la huella de Armstrong sobre la superficie lunar, y por detras la leyenda 'To the moon and back', con la referencia a la cita del primer concierto en Luna Park. Pues eso. Salí del Palacio. El aire me pareció limpio y claro y puro y hasta acogedor. Me dolían los oídos, un poco. Demasiado cerca, quizá, de las salidas de sonido. me fui directo a la estación de metro de Goya, donde muchos de los que habían estado en el concierto petaban la entrada. algunos ya tenían un adelanto de la resaca del día siguiente, casi ninguno sonreía. pero me colé por allí y me monté en el primer vagón que llegó. Bajo en Gregorio Marañón. De ahí al VIPS de Miguel Ángel, donde cené y recordé todas las veces que había comido y cenado con Rafa y con la gente de Marca. Desee encontrame con alguno de ellos, con cualquiera, pero ya era demasiado tarde. Me pusieron la cena cuando ya casi cerraban.Había aparcado en José Abascal. Pasé por el Moma, grandes modelos, pequeños cerebros. Luego monté en el coche y conduje y regresé, en silencio, deseando poderme decir algo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

conseguiste decirte algo al final?...
Un beso

Anónimo dijo...

Ya no vamos al VIPS.
Nadie se pregunta por qué.
He aquí una sorprendente columna de Julio García (jugador de Boomerang) que te gustará:

HISTORIA DE UNA ESTRELLA
La línea de fondo se enamoró
del poste izquierdo, pero al
poste le gustaban las curvas.
Así que la línea acudió al cirujano
plástico. Allí, en la consulta, coincidió con una pelota de goma que quería ser un balón de cuero, una red tradicional que buscaba convertirse en red informática y un
jugador de fútbol sala que pretendía
ser una estrella. La línea
quedó satisfecha. Ya no era una
simple raya. Sus caderas dibujaban
una voluptuosa ondulación,
lo cual la obligó a emigrar al centro del campo. La distancia acabó con su relación.
Y fue infeliz.
La pelota cambió de sexo.
Ahora era un auténtico balón
de reglamento. Se sentía imponente
con sus viriles costuras.
Pero no pudo jugar más con los
peques de la casa.
Y fue infeliz.
La red aprovechó la era de la información para dejar el arcaico
puesto de la portería. Nunca se
acostumbró a ser una red informática. Echaba de menos los goles.
Y fue infeliz.
En cuanto al jugador: le cambiaron
la cara vulgar y el cuerpo enjuto. Le convirtieron en un cartel publicitario andante.
Las cámaras le perseguían.
Amontonó fama, dinero y títulos.
Cuando ganó el primer mundial
no se lo pudo creer. Cuando ganó
el segundo, se lo creyó demasiado.
Todo el mundo le miraba,
pero él ya no podía verse a sí
mismo. Estaba demasiado lejos
de lo que había sido. Estaba en
otro lugar que no
era el suyo.
Y fue infeliz.

Anónimo dijo...

Que pistas necesitas para saber quien soy????
Besos!!!

Bowie dijo...

gustos, disgustos, afinidades, coincidencias, evidencias,
¿tu nombre?
o si no seguimos jugando

Anónimo dijo...

Gustos: variados
disgustos: menos que gustos
afinidades: evidentes
coincidencias: innecesarias
evidencias: las presentes
El nombre: ponmelo tú

..... seguimos jugando.....

manolai dijo...

al menos es más facil que besarse..