jueves, enero 19, 2006

tengo un nuevo libro entre manos, un libro que encontré por casualidad. estoy de baja a cuenta de la fractura, así que procuro llenar las siete, ocho o nueve horas de trabajo que no debo cumplir con algunas de las cosas que más me gusta hacer: leer, escuchar música, ver películas. decía que tengo un nuevo libro entre manos. se llama 'La plata de los días', de Vicente Gallego. La historia del encuentro es simple: estoy pasando la tarde en la estupenda biblioteca municipal, en la hemeroteca. Ya me estudiado toda la prensa del día y he devuelto, antes, dos libros-cómic y un libro de Eloy Tizón. Estoy saliendo de allí, a casi ya las nueve, cerca de la hora de cierre, cuando veo de reojo uno de los suplementos dominicales. lo abro, repaso muy rápido las columnas, apresurado por la hora y el hecho de que ese dominical, tres días después de su publicación, ya es historia. una de esas columnas está escrita por Juan Cueto. En ella describe el que para él es el saludable estado de salud de la poesía española contemporánea. Es un artículo esperanzador, bello. Cueto, en el último párrafo, pone especial énfasis en uno poeta que es amigo suyo, poco conocido, un tal Vicente Gallego, 40 años, "vergonzosa y repentinamente famoso hace poco, cuando algún periodista descubrió que el ganador del Premio de Poesía Fundación Loewe se ganaba la vida trabajando en un basurero". El caso es que sentí unos de esos impulsos irrefrenables de buscar de qué iba aquello, si era una mera 'boutade' del articulista o algo digno de merecer atenciones y lectura. Siempre me intrigan esos nombres que de repente se te cruzan por delante. No habría podido regresar a casa sin saciar mi curiosidad. Y estaba en el lugar idóneo para adivinarlo, por supuesto, así que, temiendo que se me echara encima la hora de cierre, me adentré en la sala de poesía y busque por la signatura: " P Gal"...y allí estaban, dos volúmenes editados por Visor, uno titulado 'La luz, de otra manera' y éste que ahora estrecho. Por suerte, la bibliotecaria aún disponía del ordenador para consentir y atestiguar el préstamo. Creo que hasta sonrió. Yo también lo hice, claro.Un poco. Es muy bueno. En otro post colgaré algo de lo que he ido encontrando en él (compartir es amar, decían antes).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y lo seguimos diciendo, ¿qué te creías? :D

Cuéntame cómo estás, ¿qué es eso de la mano, qué te ha pasado?

Y disfruta, sí, tío disciplinado. :D

te quiero mucho

Esther dijo...

guapo!

Iván dijo...

Y qué mejor que el blog para recomendar. A mi me encanta hacerlo con películas, libros y lo que surja. Apuntado queda, mil gracias.

Anónimo dijo...

Cojonudo. Lo espero impaciente