jueves, octubre 27, 2005

haceuncafe

si puedo elegir, prefiero las cafeterías de paso. las cafeterías emplazadas en estaciones de tren, aeropuertos, gasolineras, cines, autopistas, estaciones de autobús, funiculares, tiendas de deportes. allí todo el mundo viene de algún sitio para marcharse hacía otro. la comparación con una cafetería normal es clara, en éstas últimas vas a tomar café, en las otras, en las de paso, estás tomando café porque no tienes más remedio, tu tren está a punto de partir, va a a comenzar la película. cafeterías pobladas de solitarios con prisa. esos cafés saben a filo de horas que terminan, esos cafés son fugaces, o bien son cafés de espera, de impaciente espera, esa señora con bolso deja la ciudad en la que trabaja en una casa y se va al pueblo y se le dibuja ya casi la sonrisa en la boca, ese tipo trajeado tiene cara de inminente reunión de objetivos, estos dos chicos hablan sobre cómo se verá la ciudad desde tan arriba, tan precarios. En una de estas cafeterías la vida es más rápida y por ello más lenta. en ellas siempre ocurren cosas. El delirio son las cafeterías móviles, las cafeterías incorporadas en el propio tren. estás allí, le pides una coca-cola al camarero y él te da una versión pequeña de la lata grande y tu la abres mirándola con tiento y miras po la ventana y ahí está el mundo. y luego pides un sandwich de algo y el tpo lo prepara allí delante de tí. en los aviones no es lo mismo porque aunque miras por la ventanilla no ves nada. pero tomar algo en esas cafeterías de los trenes es distinto.

6 comentarios:

illa dijo...

Ay, a mí no me gustan porque lo asocio con el desasosiego del viaje, el revoltijo en el estómago, las esperas..y el indescriptible olor de todo transporte en continuo movimiento.

Isthar dijo...

A mi también me encantan, pero sobre todo porque me quedo en una esquina mirando a todas parte con disimulo y tratando de imaginar dónde irá el resto... Siempre me han gustado las estaciones por eso. Y en las cafeterías hay algo especial.

Anónimo dijo...

...hace ese café... a ser posible, en alguna de esas estaciones perdidas, desiertas, de Castilla la Mancha... ni siquiera tendremos que pensar si es necesario decidir a qué lugar vamos...

Standb by

Nepomuk dijo...

Eso en psicología se llama "fobia a las raíces".

Bueno...a echarlas, más bien. Porque cuando no estás deseando ir, ni venir, descubres que todo lo que te sirven en una cafetería de paso suele ser plastiquero y un poquitirrín...ajqueroso. Pero ¿qué más da? mañana no estarás allí para repetir asi que...

Angela dijo...

Y el mundo está allí del otro lado de la ventana... y yo en campañía de mi café conservo la esperanza de que un día se ponga de este lado.

manolai dijo...

hacia mucho que no venia a hacerte una visita. ya se que hace mas que no te escribo un e-mail. estas presente y vivo de una forma o de otra y eso, egoistamente, me basta