miércoles, marzo 22, 2006

Esa chica rubia que miro todos los veranos en la piscina de mi pueblo es el verano en carne y melena, con sus tempestades en las pestañas, el sol de los cabellos, su escote moreno anunciando playas de paraíso, el rumor acuático de su risa. Lleva quince años en la mirada, dos menos que yo. La observo sin atreverme a cercarla de palabras, y voy postergando el momento un año tras otro hasta que descubro la barriga que me crece, el pelo que deserta de mi cabeza, mi mujer que me mira celosa, los hijos que me han salido alrededor sin darme cuenta, y las obligaciones, y el coche a pagar en cómodos plazos, y cuando septiembre se anuncia en el aire y recogemos los bártulos hasta otro año, sólo pienso en regresar y ahogarme donde cubre, delante de la chica rubia, para que ella, mi verano eterno, sea al menos consciente de que existo y soy su invierno, y que no podremos amarnos J. A. Barrueco

5 comentarios:

Para, creo que voy a vomitar dijo...

El poder de lo que nunca tendremos es tan fuerte como el miedo a poder tenerlo algún día.

Mycroft dijo...

Hoy mismo he estado junto a una chica rubia, con mi muro de silencio, sentadfo en clase, separando. La observo y siente que quiero conocerla pero no se como, veo el libro de paul auster y pienso en decirle algo sobre él...pero callo, y llega su amigo. Mis palabras me arden en la boca, sin atreverse a ser pronunciadas, es solo otra derrota mas.

Unknown dijo...

con lo fácil que sería acercarnos a ella y hablar con normalidad, ser nosotros mismos, sin miedo al rechazo...

Isthar dijo...

A veces aplazamos y aplazamos los deseos hasta convertirlos en verdaderos imposibles...

Florence May dijo...

Me resulta tan familiar...
Todos tenemos veranos y melenas fuera del alcance de nuestras palabras. Vuelve el verano que viene.