jueves, agosto 31, 2006

Las suscripciones y su puntual recuerdo de quienes somos. Estuve suscrito a National Geographic y recibí uno de esos pretenciosos diplomas en los que te convierten en miembro de la sociedad y a la revista Historia y ahora lo estoy a Gigantes del Básket. Y en casa siempre tuvimos algunas otras, a la revista de la DGT o alguna otra. adoro el momento en el que abres el buzón y ahí está, envuelta en el plástico, con tu nombre y dirección escritos casi siempre con algún leve error, tu revista, la que estabas esperando. Es una pequeña reconciliación con uno mismo. Esto viene a cuento de un anuncio con el que acabo de toparme en El País, según el cuál puedes suscribirte por el 'módico' precio de 335 euros. Y aquí esta la cuestión. Porque la lectura del periódico es tan importante como lo es el hecho de bajar al quiosco y comprarlo, decir: "El País" o "El Mundo, por favor", es un gran momento. Y el tipo no te dice cuánto cuesta porque ya sabe que lo compras todos los días y el precio de los domingos con los suplementos. Entonces ese montón de titulares y fotos y hasta mira, los breves, la programación, ese editorial, están vivos A veces tener que bajar a por él es la excusa perfecta para salir de casa ese día en el que no tienes que ir a trabajar y no te apetece salir de casa porque la noche anterior fue por ejemplo excesiva. Es distinto en esos quioscos enormes,y tiendas como los VIP´S, en los que compras el ejemplar junto a cualquier otra cosa y lo arrastras hasta la caja y allí esos sensores de láser y es un euro, gracias y el fin del romanticismo porque todas las letras requieren cierta dosis de ternura y más el periódico, que es un frágil pedazo del mundo no sé, nunca me suscribiría al periódico diario por mucho descuento que me ofrecieran, para qué, ni hablar, no tengo tanta prisa y no quiero que me espere en el buzón desde las ocho de la mañana, que ofensa

3 comentarios:

Alnitak dijo...

Ni yo. Me encanta el momento ese de pasar por el kiosko. Ahora aquí no puedo hacerlo, la verdad es que no hay ningún quiosco cerca de mi casa, pero el año pasado salía, salía a la calle, sobre todo los domingos, aún medio dormida, y la cruzaba para llegar al quiosco antes de que cerrara a las dos. Y me volvia a casa, y justo en el momento en que mi cuerpo se dirigía de nuevo a la cama: el me decía "¿para qué? Si ahora me tienes a mí...".
Tar orgulloso él...

Artic dijo...

Tenemos disposiciones curiosas los humanos. A veces preferimos tener algo lejos para salir en su búsqueda. La facilidad frustra.

Saludos ;)

Cobre dijo...

Me gusta tu ritmo niño, me recuerda mucho al mio. Asco de prisas.
En las suscripciones tambien nos parecemos, La Geographic; y la revista de la DGT, todo un clásico en mi casa desde q era pequeña.

Un beso